viernes, 13 de septiembre de 2013

EL CHOLO TOCO TOCO


Como muy bien sabemos, cuando los invasores europeos se adueñaron ilícitamente de las grandes propiedades de los naturales de Chincha, cometieron una serie de incalificables abusos, con la anuencia de malas autoridades, llegando al extremo de la falsedad al manifestarles a los campesinos que no era necesario mandar a sus hijos a estudiar en las escuelas poblanas, ya que solamente iban a perder el tiempo, que mejor era mandarlos a trabajar en sus fun-dos porque allí tenían su pan seguro.
Timoteo Huasasquiche, descendiente de aquellos labriegos explotados, más conocidos por sus amigos como el cholo Toco Toco, pasó gran parte de su infancia y adolescencia como un infatigable lampero; hasta que llegó a la mayoría de edad y se casó con una chola de Hoja Redonda llamada Pascuala Pachas, con quien tuvo una hija muy hermosa, siendo bautizada con el nombre de Jazmín; la misma que al cumplir sus quince años, cambió rotundamente en su modo de actuar, mostrándose melancólica y llorosa, la madre preocupada por tal comportamiento le preguntaba insistentemente el motivo de dicho proceder, hasta que por fin llegó a contarle toda la verdad.
¿Qué había pasado?......
Jazmín le dijo a su madre, que el patrón de los fundos, la había desvirgado brutalmente con viles engaños en medio de unos tupidos matorrales; Pas-cuala ni tonta ni perezosa le relató a su marido todo lo acontecido, el mismo que enfurecido como un león enjaulado planeó su venganza por la vergonzosa deshonra de su querida hija.
Aquella misma noche, Toco Toco armado con un filudo cuchillo de cocina, marchó hacía la casa hacienda, burlando la vigilancia de los guardianes y de bravura de los perros aulladores, llegó hasta el aposento del “gringo” sin mediar palabras alguna lo cogió a cuchilladas, quedando de esta manera salvado el desquite.
Al día siguiente, se tejieron una serie de comentarios, unos decían que al ser descubierto el asesino, los guardianes lo ha-bían acribillado a balazos y su cadáver había sido enterrado en un lugar solitario, más otros manifestaban que el homicida al sentirse culpable de tan ho-rroroso crimen se había fugado a la sierra para esconderse definitivamente. Lo cierto es que el cholo Toco Toco jamás apareció por estos lares.
Ahora muchos querrán saber el porqué a Timoteo Huasasquiche le pudieron el remoquete de Toco Toco, pues bien resulta que cuando era niño, sus padres lo mandaban a comprar en la pulpería del barrio y siempre regresaba con la respuesta: Yo siempre toco toco y el pulpero no abre la puerta.
Por tal motivo se quedó con el apodo de Toco Toco.

Por: Juan Manuel Medina Cañas.

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