Fecha de especial significación es la celebración de la
Semana Santa en el país como en el mundo entero porque se trata de la
rememoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo que entregó su vida por redimir al hombre del
pecado.
Son estos los días de la Semana Santa para hacer una
profunda reflexión, momentos de recogimiento que incluye los días de esta
semana desde el domingo de la entrada triunfal a Jerusalén; el jueves Santo hasta
el Domingo de Resurrección, semana en que el mundo cristiano celebra cada año
convocado, masivamente para expresar su fe, su adhesión, su gratitud a Cristo
por los beneficios que reciben del Redentor cada día y por la ayuda para lograr
consuelos a sus angustias, la paz interior, y el perdón, remedios a muchos
males que afectan la salud y la vida.
Mañana Jueves Santo, se recuerda aquel atardecer que la
Iglesia celebra a la misma hora en que Jesús comparte con sus apóstoles la Cena
Pascual, instituye la Eucaristía para perennizar su sacrificio pascual y su
permanente presencia entre nosotros dejando el ejemplo de amor y enseñanza con
el lavatorio de los pies a sus apóstoles.
El viernes Santo, día de gran recogimiento y tristeza que
se recuerda la pasión y muerte de Jesucristo en la cruz ajusticiado por el colmo de la ingratitud, cuyas gentes
desconocían las acciones de un hombre bueno, pleno de amor puro y que desconocía
la presencia del hijo de Dios.
Que esta fecha sea de reflexión para reconocer y propiciar
las obras positivas, dejando de lado la
envidia y el egoísmo, la falta de solidaridad de la sociedad que muchas veces
vive a oscuras ensimismadas en sus afanes de poder, que engendra beneficios materiales,
que son los que crucifican a Jesucristo.
Que esta fecha hagamos conciencia de nuestro accionar
revalorando a la persona humana, practicando el bien por una sociedad justa que no engendre odio y que el poder de
nuestras autoridades sea circunscrita a hacer el bien sin beneficios personales
apartando la corrupción, el odio, la soberbia que a veces los encumbra, puntos que deben tocar
nuestras autoridades cuando públicamente están frente a Nuestro Señor Jesucristo
rindiéndole honores; el mejor homenaje es la promesa, el arrepentimiento y el
reconocimiento de los errores para enrumbar -en el caso de la provincia de
Chincha- nuevos horizontes dirigidos a integrar la familia chinchana con honestidad
y transparencia por el bien común, y pensar que las arcas que lo tienen a la
mano es fruto del aporte delos pueblos y que no es para protegerse y encubrir
sus malsanas intenciones de beneficiarse económicamente aprovechando la pasividad
de la población.
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