Hace 24 años, un 29 de diciembre a las 7:15 p.m. ocurrió un incendio en Mesa Redonda, zona comercial del centro de Lima. Fue el peor incendio relacionado con fuegos artificiales de la historia, siniestro que dejó 277 personas que perecieron calcinadas, estimando en el año 2021, que la cifra de fallecidos alcanzó las 400 personas producto de los heridos por quemaduras y al no considerarse centenares de desaparecidos, y restos humanos no identificados.
Que sirva esta fecha para reflexionar sobre el uso de
la pirotecnia, ya hemos pasado la fiesta de la Navidad y a emergencia del
Hospital San José a la medianoche ingresaron cinco menores de edad por el uso
de fuegos artificiales.
Ocurrido este lamentable hecho, la Dirección Ejecutiva
del Hospital San José emitió un comunicado exhortando a los padres de familias
a mayor control para evitar estos casos.
También en el Cementerio General Santo Domingo de
Guzmán se produjo un incendio productos de los pirotécnicos que personas
irresponsables revientan sin tener en cuenta a donde caen.
Estamos próximos a finalizar este año 2025, y todos
sabemos que este 31 de diciembre desde antes de la medianoche ya están reventando
los famosos cuetones, bombardas, ratablanca, chocolates y otros productos
pirotécnicos, pensemos en los niños autistas, los adultos mayores, en las
personas enfermas, seamos empáticos.
La pirotecnia afecta a los niños con autismo, principalmente
por su hipersensibilidad auditiva, lo que convierte los ruidos fuertes e
inesperados en una experiencia dolorosa y abrumadora que causa ansiedad, estrés,
crisis sensoriales, desorientación y miedo, llevando a reacciones como llanto,
gritos, taparse los oídos, e incluso autolesiones o espasmos. Estos estallidos
son una tortura sensorial que puede provocar una sobrecarga emocional y física.
Y no olvidemos a nuestras mascotas, sobre todo los
callejeritos, ellos corren desesperados al escuchar los fuertes ruidos.
A ellos debemos
mantenerlos en un lugar seguro, cerrado y acompañados.
La pirotecnia genera miedo intenso, ansiedad y desorientación
en muchos animales.
Un llamado a los padres de familias que muchas veces
son los que les compran los fuegos artificiales a sus hijos, no hagamos de esta
fiesta de fin de año y bienvenida del 2026 una tragedia que tengamos que
lamentar.









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