Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo
No siempre levantan la voz. No siempre gritan, ni amenazan abiertamente.
A menudo, sonríen, halagan, aparentan dulzura, comprensión o incluso debilidad.
Pero tras esa máscara, los manipuladores construyen redes finas, casi
imperceptibles, con las que logran controlar, confundir y, sobre todo,
desgastar emocionalmente a quienes les rodea.
En 2025, donde las relaciones humanas están marcadas por lo digital, lo
efímero y lo políticamente correcto, los manipuladores encuentran terreno
fértil para operar sin ser detectados. Están en la familia, en la pareja, en el
entorno laboral e incluso en espacios de poder político y educativo. A
diferencia del agresor evidente, el manipulador no necesita fuerza bruta:
necesita que dudes de ti, que le entregues voluntariamente las llaves de tu
voluntad.
¿Cómo actúan los manipuladores?
1. Distorsionan la realidad:
Una de sus herramientas favoritas es el gaslighting —hacerte creer que
exageras, que estás mal, que tu memoria falla o que tu percepción es errónea.
Poco a poco, te hacen dudar de tus pensamientos, tus emociones y tus
decisiones.
2. Se victimizan para desarmarte:
Cuando se sienten descubiertos, cambian el rol. Lloran, se dicen
incomprendidos, te acusan de ser insensible. De pronto, pasas de ser víctima a
verdugo, y ellos logran que tú les pidas perdón.
3. Aislan con sutileza:
No te prohíben ver a tus amigos o familiares, pero los desa-creditan. Te
siembran dudas, te dicen que no te entienden, que no te valoran como ellos sí
lo hacen. Y sin darte cuenta, te encuentras sola(o), dependiendo emocionalmente
de ellos.
4. Dosifican afecto y aprobación:
Un día te llenan de amor y atención, y al siguiente te ignoran o te
critican. Esa montaña rusa emocional genera una adicción al refuerzo positivo:
haces lo que sea con tal de volver a sentir su validación.
5. Culpabilizan para controlar:
Todo lo malo es tu culpa. Si se enojan, es porque “los pro-vocaste”. Si
se alejan, es porque “no les diste lo que necesitaban”. La culpa es el anzuelo
más eficaz del manipulador.
Los manipuladores erosionan la autoestima, destruyen la confianza en uno
mismo, y generan dependencia emocional. Sus víctimas pueden desarrollar
ansiedad, depresión, aislamiento social e incluso trastornos psicosomáticos. El
mayor daño no siempre es lo que hacen, sino lo que logran que tú dejes de ser.
¿Cómo enfrentarlos?
1. Nombrar lo que sucede.
Reconocer que estás siendo manipulado es el primer paso. Si algo te hace sentir
cons-tantemente confundido, culpable o agotado, detente y analiza.
2. Poner límites sin
culpa. No necesitas justificar tu ne-cesidad de espacio, claridad o respeto.
Decir “no” es un derecho, no una ofensa.
3. Buscar redes de apoyo.
Habla con alguien externo: un amigo, terapeuta o mentor que te ayude a
recuperar perspectiva.
4. No entres al juego. El
manipulador se alimenta de tu reacción emocional. Mantener la calma, responder
con lógica y no entrar en confrontaciones emocionales puede ser más efectivo
que mil argumentos.
5. Corta el vínculo si es
necesario. A veces, la única salida saludable es alejarse, aunque duela. Elegir
tu paz mental sobre una relación tóxica no es egoísmo: es supervivencia
emocional.
Los manipuladores existen porque encuentran quién les crea, quién les
teme, quién les justifica. Pero también porque en una sociedad que romantiza el
sacrificio y la entrega incondicional, cuestionar el afecto que lastima aún se
ve como traición.
Recordemos que no hay mayor acto de amor propio que desenredarse de quien
te aprieta con hilos disfrazados de cariño. Porque al final del día, “quien
controla tus emociones, controla tu vida; y nadie merece vivir en manos
ajenas.”
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