DOCENTE: Lizet Karina Soto Huasasquiche
La educación inicial es fundamental para el desarrollo de los niños, ya
que sienta las bases de su crecimiento intelectual, emocional y social. En los
primeros años de vida, los niños atraviesan cambios significativos en su
capacidad para pensar, sentir y relacionarse. Adoptar un enfoque integral que
aborde ambas dimensiones de manera equilibrada garantiza que los niños no solo
desarrollen habilidades intelectuales, sino también competencias emocionales
que les permitan ser individuos resilientes, empáticos y capaces de enfrentar
los retos de la vida.
Es importante que ambos aspectos se aborden de manera conjunta, ya que el
bienestar emocional favorece el aprendizaje cognitivo. Un entorno educativo que
promueva tanto la seguridad emocional como el desafío intelectual permite a los
niños crecer de manera equilibrada.
La colaboración entre docentes, padres de familia y la comunidad es
esencial para asegurar que los niños crezcan en un entorno estimulante,
afectivo, seguro, que favorezca su desarrollo pleno y equilibrado.
Las actividades lúdicas, los juegos de construcción, la narración de
cuentos, las actividades musicales y las experiencias sensoriales son
esenciales para estimular el cerebro en formación y permitir que los niños
aprendan de manera significativa.
Además, es esencial que los docentes fomenten un ambiente que promueva la
autonomía, la autoestima y la confianza en los niños. Proporcionarles
oportunidades para tomar decisiones, enfrentar desafíos y experimentar el éxito
o el error de manera saludable contribuye tanto a su desarrollo cognitivo como
emocional.
Esto se logra mediante la implementación de prácticas pedagógicas que favorezcan la interacción, el juego colaborativo, la resolución de problemas en equipo y la reflexión emocional. Las actividades deben ser diseñadas para desafiar cognitivamente a los niños, mientras se les permite expresar sus emociones y explorar sus sentimientos de manera constructiva.
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