Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo
No me queda de otra más que enamorarme de los baches
de mi calle. Dicen que del odio al amor hay un solo paso y no me quedará otra
que cruzarlo pues, no hay para cuando. Segura estoy que no soy la única que
diariamente tiene que pasar por ellos para salir a trabajar o llevar a la
familia a sus deberes. Y cuando me toca hacerlo me pregunto si las calles donde
viven nuestras autoridades a cargo se encuentran igual. Si sus autos de gama
alta tienen que sucumbir el terror de poncharse al pasar uno de ellos y si
pensarán en el daño que vive su suspensión al tener que librarlos a diario.
Seguro no. Obvio no. Ellos ni en sus más lejanas pesadillas conviven con eso.
Porque seguro viven en lugares que si cuentan con el mantenimiento adecuado por
parte del municipio. Yo no. Yo como miles de veracruzanos, vivo en
fraccionamientos que son habitados por gente de clase media (alta/baja), soy
parte de la gente común y al parecer, este grosor de la población no tiene
derecho a vivir correctamente, no, nosotros estamos para seguir aguante y
aguante, total, siempre se puede un poquito más.
A mí solo me
toca ver como quien está a cargo se toma fotos bonitas y se para el cuello
diciendo que cada vez mejor pone el centro histórico de la ciudad, que claro
está es importante para el turismo de la ciudad, pero no es toda la ciudad.
Resulta que en el Puerto de Veracruz, vivimos cientos de miles de personas más
que por desgracia tienen que lidiar con calles despedazadas.
Luego entonces no hay más que conformarse, pero eso
sí, pagar el predial a tiempo es un deber. Un deber que yo como (espero) la
mayoría hace. Contribuir con el impuesto para ver si un siglo de estos las
cosas se componen, porque los baches son solo uno de los tantos detalles, ya mejor
ni citar el alumbrado público o el problema de inundación en temporada de
lluvias.
Tengo claro que estar al frente de una ciudad no es
labor fácil, pero pues se hizo campaña se quería la chamba, y se otorgó. Sé que
como yo, son miles los habitantes de esta ciudad que viven la misma penuria,
que se ponchan diariamente, que maltratan sus vehículos o hasta tienen
percances por tratar de esquivar zonas de nula circulación. No creo que nos
merezcamos esto. Somos una ciudad importantísima, merecemos una vida digna, con
un tránsito seguro.
Mientras tanto, quizá invite a cenar a uno de los
socavones que debo librar día con día, a ver si por la buena trata mejor a mi
coche o le lleve chocolates a otro, igual hablándoles bonito no se hacen más
grandes.
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