sábado, 27 de enero de 2024

Héroe nacional

 

Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo

De  acuerdo a  los  diccionarios  y  enciclopedias (Reader ́s Diggest 1974, Time Life 2008, Quillet 1979)  existen distintas acepciones relacionadas  con el  concepto  de  héroe. Algunas de ellas parten de la idea de que los paganos, durante la época de los griegos, consideraban  como tal a, aquel (un) hombre que nacía producto de la relación entre  un dios o  diosa y un mortal; y al cual se le atribuían características más  humanas que divinas.

Otras definiciones que se fueron  construyendo en distintas etapas históricas, dieron el título de  héroe a los hombres ilustres que se destacaban de entre los demás, por sus hazañas o por su participación en actos considerados  como heroicos.

Independientemente de  los  momentos  históricos en los cuales se halla acuñado este  término,  al  héroe se  le han asignado características  físicas,  intelectuales y  actitudinales que alimentadas por  la tradición  oral  popular  lo  colocan en un categoría superior al común de  la gente.

En este sentido, son  muchos  los llamados  pero pocos los elegidos, ya que son  contadas  aquellas  personas que pueden alcanzar ese reconocimiento  y más aún, que  pueden mantenerse en esta posición apoyada y  reafirmada a la vez  por la historia.

Sin embargo, el  concepto de  héroe va más  allá, su imagen se ha utilizado con diversos  propósitos:  como símbolo  unificador, como actor principal en la  construcción de  eventos gloriosos, como eje clave en los  discursos nacionales. No obstante, a pesar de que la relación héroe-identidad nacional-educación se estableció durante la segunda  década  del s. XX,  como parte del programa instaurado por José   María  Vasconcelos; los inicios de este proceso se desarrollan en  años posteriores a la consolidación de la Independencia de México, cuando la educación se convierte en uno de los mecanismos para llevar a  cabo reformas sociales.

Ejemplo de héroes nacionales  podrían ser:  Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos  y Pavón, Benito  Juárez, Francisco I. Madero o Lázaro Cárdenas.

No cualquiera es héroe  nacional, no hay que emocionarse como en Motul hace unos días. Y sí,  ya sé que  hacer este tipo de comentarios en algunos que están bien adoctrinados, pues sacará ampula, pero ya estoy acostumbrada a los señalamientos y hasta los insultos de los partidarios de Andrés Manuel, a los que no les gusta que se les toque a su ídolo ni con el pétalo de una rosa, pero es la verdad, proclamarlo héroe nacional es demasiado. Yo sé que a toda costa él intenta (muchas veces ni siquiera sutilmente, sino todo lo contrario) autoproclamarse, siempre fundamentado en “sus datos”, pero los que no estamos ciegos y si vemos la realidad, entendemos que para un título así, le falta bastante. Y no, no es tiña contra nuestro presidente, es realidad, me encantaría pensar que si estamos frente a un hombre con todas las características citadas al comienzo de mi texto, pero el caso es otro, lamentablemente. Y sí, el puesto presidencial es enorme. Díficil. Exahustivo. Nadie el perfecto y a todos les toca palos. El pecado de Andrés es querer a toda costa, pasar a la historia como eso: como un héroe, querer entrar al pasillo de los grandes hombres en la historia de México. Y eso se es coquetear demasiado cerca con el egocentrismo, porque por mucho que las noticias nos quieran contar, que el pueblo lo escoge o lo proclama, sabemos que no es así.

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