Por: Alfredo Pachas
¡Detengan al señor Carlos Páez Vilarón…! ¡detengan al señor del
abrigo oscuro, …! detengan al señor Carlos Páez, ...detengan al señor, detengan
al señor…! Este era la llamada que por los altavoces del aeropuerto de Chile
realizaba la policía de aduanas aquella tarde del 22 de diciembre de 1972.
Esta historia es una muestra de tenacidad, de amor y de fe de un
padre para con su hijo. Narra la odisea, angustia y dolor que vivió. - durante 72 días. - un padre en la búsqueda
incansable para hallar con vida a su hijo tras la caída del avión en que
viajaba en compañía de un grupo de amigos estudiantes.
Era el 13 de octubre de 1972 cuando un avión de la fuerza aérea
uruguaya se estrelló en los andes a más de 3,500 msnm en la parte central de la
cordillera de los andes entre San Rafael-Mendoza (Argentina) y San Fernando-Los
Maitenes (Chile). La tercera parte de los 45 pasajeros murieron en el acto,14
más murieron en los siguientes días, producto del dolor, frío, heridas y
hambre. Dieciséis sobrevivieron a temperaturas de -25 ° bajo cero y, cuando se
le acabaron las escasas raciones de alimentos tuvieron que comerse los cuerpos
de sus compañeros muertos. En el otro lado de la Plata, en Uruguay, Carlos Páez
Vilarón. - padre de Carlitos Páez Rodríguez. - al enterarse de la caída del
avión fue uno de los primeros en llegar al país Mapocho para unirse al equipo
de rescate. Tras una búsqueda infructuosa de 8 días las autoridades chilenas
abandonaron la búsqueda dando por muerto a todos los pasajeros uruguayos.
Carlos Páez Vilarón, padre de “Carlitos” decidió investigar y buscar por su
cuenta y con ayuda de radioaficionados, campesinos, lugareños se internó en las
montañas, cada vez que llegaba a una quebrada silbaba como esperando la
repuesta de su hijo, todo era en vano, pasaban los días, semanas sin
resultados. Volvía por otra ruta, algo le decía que su hijo estaba con vida,
por las noches miraba la luna y sabía que su hijo en algún lugar de la montaña
también hacía lo propio, No doblegaba, contrató videntes, hechiceros, adivinos,
parasicólogos, alpinistas con el fin de que le den alguna seña donde cayó el
avión.
Todo era inútil. Continuaba buscando de pueblo en pueblo a pie o a
caballo, nada. Todo resultaba infructuoso. La gente ya lo conocía y lo tildaba
de “ido”, con frases como: “allí va el
loco”, “otra vez el lunático”, “de nuevo el chiflado”. Se acercaba la navidad y
conjuntamente con otro padre de familia. –“Rulo “Rodríguez. - que se había unido
a la búsqueda decidieron volver a Montevideo. Estando en el aeropuerto
esperando abordar el avión y cuando estaban en la sala de embarque le dijo a,
“Rulo” que vaya avanzando, recordó que había prometido a su hija un perrito y
salió un momento a comprar el ca-chorro, lo escondió entre su camisa debajo de
su abrigo y corrió hacía la sala de embarque justo cuando ya ingresaban los
pasajeros al avión.
En ese momento se escucharon por los altoparlantes del aeropuerto
el aviso que se lee al inicio ---- “...Detengan al señor… A Carlos Páez se le paralizó el cuerpo, pensó
que lo habían descubierto llevándose un perro a bordo lo cual no estaba
permitido, el carabinero que lo detuvo le dijo que lo acompañase a la oficina
de migraciones, malhumorado y maldiciéndose de su suerte don Carlos ingresó a
la oficina y el oficial encargado lo esperaba con un teléfono en la mano. Tiene
una llamada le dijo. Del otro lado de la línea lo esperaba el comandante del
equipo de rescate. - del cual se había hecho amigo. - y se escuchó ¿Carlos eres
tú? “han encontrado 2 muchachos uruguayos que dicen ser sobrevivientes del
avión que cayó en los andes. Vente de inmediato a San Fernando “. Don Carlos”
comenzó a llorar y elevando los brazos al cielo y sin percatarse que el
cachorro cayó al suelo salió corriendo al alcance de “Rulo Rodríguez justo
cuando el avión encendía motores y gritó: ¡Rulo!, ¡Rulo! encontraron a los
muchachos, encontraron el avión—“. Ya en San Fernando el comandante de rescate
le entregó la lista de los sobrevivientes para que lo comunique por radio a los
familiares, de pronto un temor lo invadió y no quiso hacerlo.
En ese momento entró una llamada internacional de una emisora
uruguaya. -que ya se había enterado del hallazgo del avión. - pidiendo hablar
con Carlos Páez V. y pidiendo la relación de los sobrevivientes a lo que Don
Carlos contestó no tener autorización para leer la lista. Tiene mi autorización
le dijo el comandante que se hallaba a su lado. Lloroso y nervioso. - temiendo
no encontrar el nombre de su hijo. – cogió una hoja y bajando línea ´por línea
iba leyendo a través del teléfono los nombres de los 16 sobrevivientes: 1.-
Canessa; 2.- Vizantino; 3.- Parrado: 4.-Zerbino; 5.- Fernández, … 15.-Algorta y, cuando estaba en el último de
la lista comenzó a bajar lentamente la hoja que cubría los nombres de la lista;
16, dijo ;16, volvió a repetir… Carlos Páez Rodríguez, ... Carlos Páez
Rodríguez. No pudo más, gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas. El
comandante con un rictus conmovedor y los carabineros que lo acompañaban solo
atinaron a plañir porque les fue imposible contener sus lágrimas que escurrían
por sus carrillos.
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