POR:
OSCAR H. VELIT BAILETTI
Un cristiano comprometido no solo se conforma con
asistir a la Procesión del Señor Crucificado
sino que vive la Semana Santa en plenitud, participando en todas las celebraciones,
que significa estar al lado de Jesús, su Pasión y su Triunfo. Viviendo el Vía
Crucis paso a paso como lo vivió Jesús. Como en nuestras épocas de estudiante
y/o deportistas primero nos preparamos para “triunfar”.
Nosotros nos preparamos con una buena confesión;
para estar en sintonía tenemos que estar reconciliados con Dios.
La Semana Santa comienza con la celebración el
domingo anterior al Viernes Santo de la Entrada triunfal de Jesucristo en
Jerusalén o Domingo de Ramos, que comprende a la vez el presagio del triunfo
real de Cristo y el anuncio de la Pasión. Se conmemora con una procesión, en la
cual los cristianos celebramos el acontecimiento, imitando las aclamaciones y
gestos que hicieron los niños hebreos cuando salieron al Encuentro del Señor,
cantando el fervoroso "Hosanna": con palmas y ramos de olivo.
En todas las Parroquias, celebran
los grandes misterios de la redención de los hombres desde la misa del
Jueves Santo "en la Cena del Señor" donde se multiplican los signos del amor fraterno,
que imita el de Jesús: el lavatorio de los pies, significado del servicio del
amor, la colecta; la urgencia de
compartir los bienes y ayudar al que lo necesita. La Iglesia y el Ministerio
Sacerdotal, son el don de la cena. Que luego se continúa con la contemplación
del sacramento de la Eucaristía, signo y presencia de entrega por nosotros.
Expuesta en hermoso Altar que luego es visitada por muchos fieles hasta el día
Viernes Santo. Muchos siguen la tradición de visitar siete templos y hacer un momento
de oración en cada una de ellas recordando como Jesús fue llevado de una autoridad
a otra para ser condenado a muerte.
Luego el Viernes Santo es el Primer día del Triduo
Pascual. La Iglesia vive el viernes con la Meditación y Adoración de la muerte
victoriosa de Cristo. Aquí se participa con la Liturgia de las Horas. La
meditación de las Siete Palabras de Cristo en la Cruz donde se reflexiona las
últimas frases que pronunció Jesús en la cruz antes de su muerte. A partir de
las doce del día hasta las 3.000 de la tarde.
Luego participamos de la liturgia de la Pasión de
nuestro Señor Jesucristo confesamos su victoria en la cruz. Adoraremos la cruz
de Jesucristo, recordando que murió por nosotros, pidiéndole perdón, consuelo y
que acreciente nuestra fe.
Allí
resplandece la potencia de Dios y en ese cuerpo inmolado se nos dará la vida.
Aquí acompañaremos al Señor Crucificado de Chincha
en procesión que saldrá del Templo de Santo Domingo con la Virgen
Dolorosa, aproximadamente a las ocho y
treinta de la noche. Exhortando a los hermanos a que guarden recogimiento,
compostura, devoción y penitencia, para que sea de provecho espiritual, tanto
para los que lo practican como para los que la presencian.
Sigue estos concejos, para acompañar al Señor
Crucificado y al Santo Sepulcro, guardar distancia prudente entre los fieles
durante la procesión y realizar ayuno
sólo si previamente se ha realizado un control médico, son algunas de las medidas
de seguridad que los fieles del Señor Crucificado deben seguir en la procesión;
las personas que participaran en las actividades programadas por las fiestas de
Semana Santa y la procesión deben resguardar
su salud, deben evitar el ayuno extremo o en todo caso, acudir previamente a un
control de su salud para evitar que puedan sufrir desmayos o mareos durante las
largas jornadas de cada procesión.
Pedimos a las autoridades realicen una inspección a
las calles del recorrido a fin de evitar accidentes en tapas sin buzones,
huecos extremos en pis-tas y veredas, supervisar cables de luz y telefonía,
pérdidas de agua y/o atoros. Y una vigilancia continúa por parte de la Policía
Nacional del Perú. Y el aporte de la Cruz Roja y Hospitales para casos de
emergencia.
El Señor Crucificado de Chincha ingresará luego el
sá-bado Santo, donde la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando
su pasión y muerte y acompañando a la Virgen María en su dolor y sufrimiento
por la pérdida de su Hijo, hasta las Vísperas del Domingo de Resurrección. Este
período de tiempo se denomina justamente el "triduo del Crucificado,
sepultado y resucitado"; se llama también "Triduo Pascual",
“Vigilia Pascual” porque con su celebración se hace presente y se realiza el
misterio de la Pascua, es decir, el tránsito del Señor de este mundo al Padre.
En esta celebración del misterio, por medio de los signos litúrgicos y
sacramentales la Iglesia se une en íntima comunión con Cristo, su Esposo.
La
celebración de la Vigilia Pascual se desarrolla de la siguiente manera: después
del Lucernario o del Pregón Pascual (que es la primera parte de la Vigilia), la
Santa Iglesia contempla las maravillas que el Señor Dios, realizó desde el
principio en favor de su pueblo (segunda parte o liturgia de la palabra), hasta
que, acompañada ya de sus nuevos hijos renacidos en el bautismo (tercera
parte), es invitada a la mesa preparada por el Señor para la Iglesia, memorial
de su Muerte y Resurrección, en espera de su nueva venida (cuarta parte).
Es la noche
más significativa del Año. Donde primero nos congregamos fuera de la Iglesia para la Bendición el Fuego y
Preparación del Cirio, para que cuando Jesús venga nos encuentre vigilantes y
nos invite a sentarnos a su mesa.
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