Por: Raúl Sotelo Lévano
(Este artículo es mi
bandera que siempre la haré flamear todos los años cuando se “celebre” el día
del pisco sour. Los auténticos conocedores del pisco peruano que lo beben puro
y lo paladean con sumo placer, me han pedido la presente publicación como una especie
de avanzada contra los que lo desfiguran adulterándolo con fines netamente comerciales)
El pisco sour es una
tragedia con el claro propósito de maltratar nuestro exquisito paladar. El
pisco, sin ninguna mezcla, salido de las entrañas de la vid, es un regalo del
Creador. Tiene espíritu, tiene cuerpo, tiene alma, late a través de sus
burbujas. Una sola gota de agua que se deslice por el vaso e ingrese a sus dominios,
pues lo corrompe, lo maldice, lo prostituye.
Es una herejía
descomunal para un auténtico bebedor mezclar el pisco de primerísima calidad
con ingredientes extraños. Es un atentado contra la pureza inmaculada de una
meticulosa destilación de un caldo destinado solo para los dioses.
Lo genuino, lo natural,
lo verídico tiene sus reglas inviolables. Cualquier impertinente intruso
recibirá un contundente desalojo y rechazo total.
El pisco y el vino puro
se beben tal como vinieron al mundo. ¡Ay de aquél que lo adultere y rompa el
velo de su misteriosa virginidad!
Desequilibrado mental
sería aquel que añada a un vaso de vino tinto, un Merlot por ejemplo, una
porción de jugo de naranja ¡Como para colgarlo!
Este es el publicitado
pisco sour: un entrevero de amargo de angostura, clara de huevo (agggg),
jarabe de goma, hielo, o sea agua,
y limón. Al inventor, que ni siqu-
iera es peruano, sólo le faltó añadir
miel de abeja y canela china para
consumar esta herejía. Lo que se
debe recordar todos los años es al
pisco peruano y punto.A ese extran-
jerizante sour que lo echen al lavadero.
Oiga,
el día del pisco sour es una
reverenda cojudez. Así hay que beberlo:
puro y sin mezcla.
OTRO
SI DIGO: Símbolo máximo de la música popular cubana,
fue el recordado Beny More, el Bárbaro del Ritmo, artista de una desbordante y
contagiante versatilidad al momento de actuar en el escenario.
El público dejaba de
bailar para presenciar un espectáculo inigualable que Beny ofrecía al momento
de interpretar sus canciones. Es que era único de la forma tan original, como
dirigía su orquesta, y se agitaba rítmicamente con pasos espectaculares. Un
auténtico Showman jamás igualado.
Dominaba asombrosamente
todos los géneros que interpretaba; sones, mambos, guarachas, merengues,
boleros, guaguancó, plenas y con una singular maestría logró “domar” el
rubateo, que consistía en adelantar o retrasar el tiempo de la canción para luego
caer a tiempo en el tono que cantaba.
El destino me permitió
presenciarlo cuando actuó en un teatro chinchano muchos años atrás. Mis boleros
preferidos “todo lo perdí” y “Como fue” los escuché extasiados de la garganta
de este extraordinario cantante.
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