viernes, 3 de febrero de 2017

Por: Juan Manuel Medina Cañas
En repetidas oportunidades, se desorienta el verdadero significado de un vocablo con otro y, esto va origen a la incorrecta interpretación del mismo, por cuanto, cuando una tarea es deshonesta sobran las palabras, mereciendo así el respeto de quienes tratan de restarle la debida importancia.
Se dice todo esto, a raíz de un reciente comentario de un ilustrado periodista de un programa periodístico televisivo local, el mismo que sin medias tintas con documentos reasentes y probatorio a la mano, señala a ciertos individuos que han convertido a la más noble y sacrificadas de las profesiones en el más vil y repudiable de los oficios.
Sobre el particular, el cronista cree al menos que tenemos el derecho de ganar honradamente nuestro pan, pero sin poner un precio a nuestra conciencia, porque el auténtico periodista debe de tener una línea inmaculada, jamás manchada por el cieno de la repudiable corrupción.
Claro que muchos vivimos de una legítima publicidad mas no de la adulación, por cuanto tenemos que diferenciar el valor de una incólume discusión que una miserable lisonja que a nada bueno conduce, así por ejemplo es cabal cuando se da conocer a la opinión publica mensaje transcendentales como avisos, comunicados pronunciamientos, resoluciones, decreto, ordenanza, etc; pero que a pretender loa, elogiar, ensalzar, o limpiar alicaída imagen de una cuestionada autoridad de su desempeño anémicas funciones, entonces el autor de la nota periodista se convierte en un confeccionador de escobillas.
 Actualmente, algunos individuos que no tienen trabajo conocido, fungen de expertos periodistas, sin haber pasado alguna vez por una escuela o una universidad que abriga especialidades de comunicación social, además que no han sido capacitados, enseñados, charlas y otros concernientes al periodismo y que solo se apoyan en un artículo de la Carta Magna que le da el privilegio de expresar sus ideas y pensamiento, pero ninguno de los acápites menciona por el simple caso de hablar mediante un micrófono lo califica como un periodista profesional y así observamos que cada quincena o fin de mes formando “cola” en los municipios y empresas prestadora de servicios y se llega al colmo de valerse de allegados o testaferros para cobrar su consabida “publicidad” abre admiración ¡qué tal hipocresía! Por esto se hace esta aclaración, para que a todos, no nos metan en un solo costal y además para que no se confundan estos dos términos y así de que los directores de los medios de comunicación sean prensas escritas, radial o televisiva deben exigir a sus  contratantes las crónicas (guiones) para ser sometidas a un estudio preventivo y no dar cabida a tantos individuos que haciendo uso de un medio de comunicación, hablen con el hígado y no con la cabeza, de modo contrario se estaría colocando a la misma altura de los seudos comunicadores sociales.
Y, a todo esto, qué opinión tienen los directivos de los gremios periodísticos de esta localidad reconocidos a nivel nacional, ante la balanza de tantos informantes que han encontrado su modus vivendi en el periodismo desdibujando de esta manera la verdadera imagen y trayectoria de la más noble y sacrificada de las profesiones.




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