Por: Juan Manuel Medina Cañas
En
repetidas oportunidades, se desorienta el verdadero significado de un vocablo
con otro y, esto va origen a la incorrecta interpretación del mismo, por cuanto,
cuando una tarea es deshonesta sobran las palabras, mereciendo así el respeto
de quienes tratan de restarle la debida importancia.
Se
dice todo esto, a raíz de un reciente comentario de un ilustrado periodista de
un programa periodístico televisivo local, el mismo que sin medias tintas con documentos
reasentes y probatorio a la mano, señala a ciertos individuos que han
convertido a la más noble y sacrificadas de las profesiones en el más vil y repudiable
de los oficios.
Sobre
el particular, el cronista cree al menos que tenemos el derecho de ganar
honradamente nuestro pan, pero sin poner un precio a nuestra conciencia, porque
el auténtico periodista debe de tener una línea inmaculada, jamás manchada por
el cieno de la repudiable corrupción.
Claro
que muchos vivimos de una legítima publicidad mas no de la adulación, por
cuanto tenemos que diferenciar el valor de una incólume discusión que una
miserable lisonja que a nada bueno conduce, así por ejemplo es cabal cuando se
da conocer a la opinión publica mensaje transcendentales como avisos, comunicados
pronunciamientos, resoluciones, decreto, ordenanza, etc; pero que a pretender
loa, elogiar, ensalzar, o limpiar alicaída imagen de una cuestionada autoridad
de su desempeño anémicas funciones, entonces el autor de la nota periodista se
convierte en un confeccionador de escobillas.
Actualmente, algunos individuos que no tienen
trabajo conocido, fungen de expertos periodistas, sin haber pasado alguna vez
por una escuela o una universidad que abriga especialidades de comunicación
social, además que no han sido capacitados, enseñados, charlas y otros
concernientes al periodismo y que solo se apoyan en un artículo de la Carta
Magna que le da el privilegio de expresar sus ideas y pensamiento, pero ninguno
de los acápites menciona por el simple caso de hablar mediante un micrófono lo
califica como un periodista profesional y así observamos que cada quincena o
fin de mes formando “cola” en los municipios y empresas prestadora de servicios
y se llega al colmo de valerse de allegados o testaferros para cobrar su
consabida “publicidad” abre admiración ¡qué tal hipocresía! Por esto se hace
esta aclaración, para que a todos, no nos metan en un solo costal y además para
que no se confundan estos dos términos y así de que los directores de los
medios de comunicación sean prensas escritas, radial o televisiva deben exigir
a sus contratantes las crónicas
(guiones) para ser sometidas a un estudio preventivo y no dar cabida a tantos
individuos que haciendo uso de un medio de comunicación, hablen con el hígado y
no con la cabeza, de modo contrario se estaría colocando a la misma altura de
los seudos comunicadores sociales.
Y,
a todo esto, qué opinión tienen los directivos de los gremios periodísticos de
esta localidad reconocidos a nivel nacional, ante la balanza de tantos informantes
que han encontrado su modus vivendi en el periodismo desdibujando de esta
manera la verdadera imagen y trayectoria de la más noble y sacrificada de las
profesiones.
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