En un país
democrático, donde se respeta todas las libertades; el periodismo transparente
al ser considerado como uno, de los más importantes y principales poderes, sin
objeción alguna, aquilata la nívea trayectoria de la libre expresión de las ideas
y pensamientos, antes que el absurdo interés empresarial.
Se manifiesta estas apreciaciones, en el sentido de que
muchas veces los propietarios de los medios de comunicación masiva, al tener
poca o nada referencia de lo que significa la probada libertad de prensa, no le
da la debida importancia a una concienzuda crónica periodística que no daña en
lo absoluto la línea editorial de un determinado medio de comunicación sea ésta
escrita, radial o televisiva.
Claro que hay que saber respetar e1 prestigio y la seguridad
de la empresa dónde labora, pero con ello no significa que un cronista vaya
atentar contra los intereses patronales, por cuanto el responsable directo de
una información es el autor que lo identifica como tal.
Entonces, por demás estarían aquellas
frases que utilizan cuando se hace del dominio público: "que los artículos
periodísticos en este espacio radial o televisivo son de entera responsabilidad
del autor" y otros que estipulan abiertamenteque:"esta empresa no se
solidariza necesariamente con las opiniones vertidas en este programa
periodístico".
¡Que tal hipocresía!...
Si los verdaderos responsables de algún desacierto, son los
dueños de los medios de comunicación, los mismos que previos pagos y contratos
le dan cobertura a cualquier hijo de vecino que sin contar con un documento
valedero o afiliación a determinados gremios periodísticos reconocidos a nivel
nacional, avalan su participación en la radio o televisión.
Ante tal estado de cosas, existe o no existe una auténtica
libertad de prensa o juega por medio el poder del dinero que muchas veces
acalla la voz de connotados periodistas. Pero lo más grave de estos asuntos, es
cuando regurgitan una serie de expresiones hepáticas que nada tienen que ver
con la objetividad del periodismo; por eso se pregunta cómo es posible que se
llegue al insulto, la calumnia, la difamación; dejando de lado el diccionario
enciclopédico castellano, para vertir palabras hirientes contra el honor y la
dignidad de una persona, sin pensar que tras ellas hay un respetable apellido y
una honorable familia.
Entonces de que periodismo hablamos, cuando un simple escribiente
o un informante (no un periodista o comunicador social) honesto por cierto:
critica lo que no llega a comprender, llegando al extremo de arrojar hiel y
veneno contra una autoridad, haciendo mal uso de esta manera de esta noble y sacrificada
profesión.
Aprendamos a respetar a nuestros semejantes; porque el
periodismo no debe convertirse en el más vil de los oficios.
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