sábado, 4 de junio de 2016

De qué Periodismo hablamos


En un país democrático, donde se respeta todas las libertades; el periodismo transparente al ser considerado como uno, de los más importantes y principales poderes, sin objeción alguna, aquilata la nívea trayectoria de la libre expresión de las ideas y pensamientos, antes que el absurdo interés empresarial.
Se manifiesta estas apreciaciones, en el sentido de que muchas veces los propietarios de los medios de comunicación masiva, al tener poca o nada referencia de lo que significa la probada libertad de prensa, no le da la debida importancia a una concienzuda crónica periodística que no daña en lo absoluto la línea editorial de un determinado medio de comunicación sea ésta escrita, radial o televisiva.
Claro que hay que saber respetar e1 prestigio y la seguridad de la empresa dónde labora, pero con ello no significa que un cronista vaya atentar contra los intereses patronales, por cuanto el responsable directo de una información es el autor que lo identifica como tal.
Entonces, por demás estarían aquellas frases que utilizan cuando se hace del dominio público: "que los artículos periodísticos en este espacio radial o televisivo son de entera responsabilidad del autor" y otros que estipulan abiertamenteque:"esta empresa no se solidariza necesariamente con las opiniones vertidas en este programa periodístico".
¡Que tal hipocresía!...
Si los verdaderos responsables de algún desacierto, son los dueños de los medios de comunicación, los mismos que previos pagos y contratos le dan cobertura a cualquier hijo de vecino que sin contar con un documento valedero o afiliación a determinados gremios periodísticos reconocidos a nivel nacional, avalan su participación en la radio o televisión.
Ante tal estado de cosas, existe o no existe una auténtica libertad de prensa o juega por medio el poder del dinero que muchas veces acalla la voz de connotados periodistas. Pero lo más grave de estos asuntos, es cuando regurgitan una serie de expresiones hepáticas que nada tienen que ver con la objetividad del periodismo; por eso se pregunta cómo es posible que se llegue al insulto, la calumnia, la difamación; dejando de lado el diccionario enciclopédico castellano, para vertir palabras hirientes contra el honor y la dignidad de una persona, sin pensar que tras ellas hay un respetable apellido y una honorable familia.
Entonces de que periodismo hablamos, cuando un simple escribiente o un informante (no un periodista o comunicador social) honesto por cierto: critica lo que no llega a comprender, llegando al extremo de arrojar hiel y veneno contra una autoridad, haciendo mal uso de esta manera de esta noble y sacrificada profesión.
Aprendamos a respetar a nuestros semejantes; porque el periodismo no debe convertirse en el más vil de los oficios.



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