Verdaderamente que nos causa una desbordante
preocupación, que hasta nos avergüenza, cuando notamos con suma extrañeza como
en diferentes medios de comunicación; algunos individuos olvidando los
principios éticos y morales, ponen la pluma, el micrófono, la imagen al
servicio de la inmoralidad.
Ellos no comprenden que el rol meridiano de todo buen
periodista o comunicador social, es ser intachable e independiente y comulgar
siempre con la honestidad, para ser considerado como una persona digna de
credibilidad en toda la extensión de la palabra;
pero todo esto se ha arrojado por la borda, al tomar una senda equivocada y
ponerse al lado de la corrupción.
Como muy bien sabemos, que el periodismo objetivo es
la voz del pueblo, el mismo que lo identifica como el auténtico defensor de las
causas populares, por encima de todas las cosas.
Pero, como es posible que un simple informante, se ponga
a órdenes de tantos entes corruptos, que muchas veces sus horrores (delitos)
son purificados en otros fueros con el incienso del poderoso dinero. Como es
posible que un improvisado, que ayer nomás criticaba acremente a una autoridad
enviciada, hoy la considera como el mejor personaje del año.
¿Esto se llama periodismo o sobonería ?.
Llama pues, poderosamente la atención, como estos
comunicadores huérfanos quizás de neuronas hayan cambiado de repente de
criterio, sin que existan ellos la decencia y la dignidad, y se vendan por un
fajo de billetes manchados con la sangre de las escuálidas venas del sufrido
pueblo.
A diario vemos que estos medicantes de la prensa,
merodeando por las oficinas públicas sobre todo los municipios y las empresas
prestadoras de servicios de la localidad, sin que los mismos sean su campo de
acción o de trabajo honrado, buscando a cuestionados funcionarios a fin de que
previas prebendas, levantar con artimañas su alicaída imagen.¡Qué ricos son
los panetones por cajas de 6 c/u, No?
Pero todo esto no está perdido, porque creemos que
aquellos que se equivocaron de oficio, deben aprender el verdadero significado
del periodismo honesto, por cierto, porque éste es el más noble y sacrificado
de las profesiones, donde muchas veces se expone hasta la propia vida y la
seguridad de los familiares, tan solo por hallar ese preciado tesoro que se
llama la verdad. Por eso se hace necesario que todo periodista o comunicador
social con yerros, todavía está a tiempo de enmendar sus errores y tomar la
senda de la reivindicación,
despojándose de esa costra putrefacta de la inmoralidad y ponerse al frente de
la defensa de los sagrados intereses de la comunidad; porque en más de los
casos es la opinión pública quien juzgará nuestros actos y no ser blanco de
cáusticas críticas que a nada bueno conduce y poner en tela de juicio el nombre
y apellido, para que más tarde los hijos no se sientan avergonzados del rumbo
que tomaron los padres por un vil puñado de sucias monedas.
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