lunes, 21 de diciembre de 2015

“LO QUE HABÉIS RECIBO GRATIS, DADLO GRATIS”


Ya han algunos días desde que hemos dado cristiana sepultura a nuestro querido P. Federico Mata Ubierna, al recordarlo la mente y el corazón se nos llenan de recuerdos. Recuerdos que nos demuestran que Dios se manifiesta a través de personas, que con su entrega generosa a su servicio hacen visible el amor de Dios en nuestras vidas; pero quién es el P. Federico.
Nuestro querido misionero del Sur nació el 26 de junio de 1935 en Celadilla Sotobrín, provincia de Burgos, España. Su familia bastante numerosa se caracterizó por ser sencilla y humilde, pero sobre todo con valores cristianos bien arraigados.
Durante su niñez y adolescencia estudió en las escuelas apostólicas que los padres vicentinos dirigían en las diversas provincias españolas. Ingresó a nuestra congregación el 25 de septiembre de 1952 y fue ordenado sacerdote el 08 de septiembre de 1961.
Después de su ordenación fue enviado al Perú como misionero. Su primer destino fue la casa provincial, luego fue enviado a Chincha, donde estuvo durante 25 años, allí estuvo por dos periodos, uno de doce y el otro de trece, el intervalo entre ambos estuvo en Pisco. Posteriormente fue destinado a la parroquia-seminario “Nuestra señora de la Asunción” en Miraflores; su último destino fue la comunidad del “seminario de Belén” donde acompañó a la formación y animó a la comunidad desde la responsabilidad de ser superior de la casa de formación.
El P. Federico durante sus 54 años de sacerdocio se caracterizó por una entrega generosa a la congregación, a la Iglesia y al pueblo de Dios. Los que lo conocimos podemos decir que era como un niño grande, porque siempre mantuvo la alegría que produce el encuentro del con Jesús.
Su experiencia del encuentro con Jesús en la oración nos enseñó que nuestra vida tiene que estar centrada en Jesucristo, que de él emana toda nuestra fuerza y vigor para continuar en el camino trazado por Jesús.
Durante todo el tiempo que lo conocí puedo afirmar que vivió las enseñanzas del evangelio “lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis”.  Esto lo digo porque mis primeros años de formación fueron acompañados por el P. Federico, quien con su ejemplo nos dio grandes enseñanzas, él era el primero en llegar a la capilla para la oración, todos los días rezaba el rosario por la mañana, pero sobre todo se preocupaba por nosotros pregúntanos constantemente cómo estábamos y cómo estaba nuestra familia.
Esta experiencia gratuita de Dios la supo compartir con cada uno de nosotros.
Nunca dejó de amar a su queridísima Chincha, gran parte de su corazón se había quedado en esta tierra maravillosa. Durante los 25 años que estuvo en nuestra ciudad se desvivió en trabajar por la parroquia y todas sus comunidades. Fue el fundador de muchos grupos y animador de los grupos que recién se empezaban a formar. Una nuestra de esta infatigable labor es el Movimiento de Cursillos de Cristiandad, la Catequesis Familiar, etc.
Recuerdo las pláticas que te-nía con él cuando me contaba cómo fue que se consiguió construir el interior del templo y el complejo Medalla Milagro-sa de la parroquia santo Domingo de Guzmán. Sus recuerdos eran interminables, siempre tenía algo que contar acerca de Chincha.
Gracias Fede, como cariñosamente te llamaba, por tu entrega, por tus consejos y por todo lo que hiciste por Chincha. Gracias por habernos dejado un legado de amor, pero sobretodo, gracias por tu fidelidad a la vocación vicentina a la que Dios te llamó, esto se concretiza en sus 64 años de vocación vicentina y sus 54 años de sacerdocio.
Sabemos que Dios ya te tiene junto a él, eso nos alegra y conforta para continuar en este camino de encuentro con el Señor. Hasta la eternidad Fede.

Hno. Bryan Palomino C.M.

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