El lunes 20 de abril último, dejó de existir en la Clínica Ricardo
Palma de Lima, el Párroco de la Familia Vicentina, Piero Andrés Sessarego
Tasayco, cuando frisaba los 38 años.
Natural de Chincha, fue exalumno de la Institución Educativa
Cooperativo Mixto de Chincha, últimamente en el 2014 realizó su Misión Sacerdotal
en el Distrito de San Clemente de la provincia de Pisco, donde dejó construida
la capilla de Casalla.
El velatorio se realizó en la Iglesia De la Asunción de Miraflores,
habiéndose realizado el miércoles 24 de abril a las 10.00 de la mañana una Misa
de cuerpo presente que se vio bien concurrida, santo oficio a cargo del
Padre Pedro Guillen Goñi, Superior
Provincial de la Congregación de Padres Vicentinos, donde hizo una remembranza
de su vida y de su labor cumplida en el Sacerdocio. Posteriormente fue
sepultado en el Cementerio El Ángel de Lima.
Publicamos en esta edición la Homilía de la Misa de cuerpo presente a
cargo del Padre Pedro Guillen Goñi, Superior Provincial de la Congregación de
la Misión (Padres Vicentinos):
HOMILIA DEL FUNERAL DEL PADRE PIERO SESSAREGO
“El P. Piero nació en Chincha, ciudad alegre y
laboriosa a 200km. al sur de la costa de Lima, el día 13 de octubre de 1976.
Aquí están presentes sus padres Juan
Sessarego, Yolanda Tasayco y sus
hermanos Cristhian y Rocío. Piero realizó sus estudios primarios en el Colegio
María Auxiliadora, y secundaria en el Colegio Cooperativo Abelardo Alva
Maúrtua. Asumió con mucha responsabilidad
sus estudios y frecuentaba la Parroquia Santo Domingo de Guzmán regida
por los Padres Vicentinos hasta el año 2 011. Acompañado por los padres Vicentinos de esa comunidad, muchos de ellos
se encuentran aquí en la celebración, se despierta en él su vocación sacerdotal
vicentina. Sus padres, de profundas convicciones y motivaciones religiosas, no
ponen obstáculos a su decisión, por el contrario sostienen y apoyan el camino
que Piero desea emprender.
Ingresa al Seminario en marzo de 1994 y al concluir sus estudios
filosóficos realiza el Seminario Interno en 1997, concluidos sus estudios
Teológicos en los primeros meses del año 2 002 es destinado a la comunidad de
Chiclayo para realizar el Año de Experiencia Comunitaria y Pastoral. Emite los
votos que lo incorporan a la Congregación de la Misión en enero del año 2003 y
en junio y diciembre recibe el Orden del Diaconado y del Presbiterado
respectivamente.
Permanece en Chiclayo hasta el año 2007, colabora activamente en la
labor educativa y pastoral del Colegio “Manuel Pardo”. También trabajo
ministerialmente en la Parroquia “San Vicente de Paúl” de la misma ciudad
especialmente en el sector de “Santa Rosa de Lima”, zona marginal donde P.
Piero se preocupó por formar humana y cristianamente a muchos feligreses,
especialmente a jóvenes, apoyarles en la promoción social para satisfacer sus
necesidades básicas, alimentación y ropa y dotar de una infraestructura digna al templo y ambientes parroquiales para
realizar una adecuada y eficaz labor pastoral.
En enero de 2 007 realiza su función sacerdotal en la Parroquia “Virgen
Milagrosa” en el Parque Kennedy de Miraflores. En el año que permaneció en esta
comunidad se responsabilizó de las tareas catequéticas, en el trabajo con los
jóvenes y en otras necesidades de subsidiaridad y corresponsabilidad necesarias
para salvar situaciones imprevistas.
Del año 2 008 hasta que se le manifiesta la enfermedad a finales de 2
014 realiza su misión sacerdotal en la Parroquia “San Clemente” de Pisco en el
distrito de la Villa y en las zonas aledañas de Casalla y San Miguel. Da clases
de Religión en el Colegio “Tupac Amaru” del distrito de Villa y participa también junto con otros
maestros, en jornadas y encuentros de pastoral juvenil. Con la ayuda económica
de la Congregación construye en el transcurso del 2013 la capilla de San Miguel
e inicia también las coordinaciones para
la construcción de la Capilla de Casalla con la culminación de las obras a finales
de 2014. Debemos destacar que en todos estos
sectores parroquiales se preocupó
por la formación integral de los laicos
para que adquieran el rol protagónico como agentes activos y misioneros
herencia de su propia con-dición bautismal. Atendió a muchos enfermos, pobres y marginados prestándose a
lo que necesitaran y alentando en ellos la esperanza y la ilusión por una vida
más digna.
El P. Piero no restringió su ministerio sacerdotal solamente en
aquellos lugares donde vivía cooperó mucho y bien en diversos momentos en
tareas de Pastoral Juvenil y de Promoción Vocacional y participó en diversas
jornadas y retiros para acompañar a jóvenes en su discernimiento vocacional.
Animó a varios jóvenes a que tomaran en
serio su respuesta al Señor preocupándose
por despertar y acompañar aquellos jóvenes que sintieran la llamada del
Señor. El P. Piero se esforzó en orar, dar testimonio de vida, sensibilizar,
proponer, acoger y acompañar a muchos jóvenes
en su proceso de discernimiento vocacional.
En diversos lugares donde el P. Piero ejerció su ministerio sacerdotal
misionero contienen un denominador común: vivir en profundidad su vocación vicentina
anunciando a Cristo evangelizador de los pobres. Ejerció su ministerio con una
actitud sincera, tanto de palabra como de obra. Al manifestar su opinión se
sentía libre y huía de las apariencias y fingimientos. De espíritu alegre y
amigable. Actuaba con libertad responsable, exigente en los fines y flexible en
los medios.
El horario de trabajo estaba subordinado a las necesidades de sus
tareas pastorales; por ello no eludía ningún servicio si era para ayudar algún
pobre, enfermo, las funciones sacerdotales
o satisfacer cualquier necesidad en beneficio de los necesitados. Su celo apostólico
lo llevaba a perder horas de descanso o
de sueño por seguir fiel a su vocación en la instauración del Reino de Dios. Se
daba tiempo también para poner los adelantos tecnológicos, que manejaba bien,
al servicio de anuncio de la palabra de Dios.
El Señor lo llamó a su presencia a una edad joven: 38 años de vida 11
de sacerdote vicentino. Los designios de Dios son inescrutables para la mente
humana y todo lo hace por amor. Siempre
se dice que no importa tanto la cantidad de años vividos sino la calidad que se
ha puesto en ellos al servicio de las
convicciones y motivaciones de la vida. Santa Rosa de Lima que vivió incluso menos
años que el P. Piero, es un ejemplo de ello. Estamos seguros que tanto desde su
perspectiva humana como sacerdotal los vivió a plenitud y el Señor lo acoge con sus brazos de amor y
misericordia infinitos.
Tuvo que soportar una corta pero dura enfermedad. La aceptó y asumió
con una gran paz interior ofreciendo su sufrimiento como ofrenda intercesora en
favor de aquellas personas a quienes sirvió en su vida. El Señor ha llamado a
Piero en el tiempo de Pascua, tiempo de esperanza, alegría, compromiso y
testimonio. Estamos seguros que el resplandor de la luz ya ilumina su alma y
vive en presencia de Cristo resucitado.
Damos las gracias en nombre de la comunidad de Padres Vicentinos a
todos por su asistencia, a sus padres y hermanos, que lo han acompañado durante
toda su vida y han vivido también el dolor y la esperanza en estos últimos días de enfermedad con entereza y resignación cristiana, a las
Hijas de la Caridad con quienes coopero en algunos servicios, a las diferentes
ramas de la Familia Vicentina, a tantos amigos que le mostraron su amistad en
las diferentes parroquias donde vivió y ejerció su ministerio sacerdotal, y a
tantas personas que compartieron buenos momentos con él.
Muchas gracias a todos”.
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