sábado, 9 de noviembre de 2013

“Pido permiso señor Gobernador”


Raúl Sotelo
Los tres desfiles consecutivos efectuados en el centro de la ciudad, al decir del locutor, tenían el membrete de desfile cívico-escolar. O sea, fue una actividad conmemorativa por nuestro aniversario, teniendo como únicos actores principales a los escolares de los niveles Inicial, Primaria y Secundaria. El resto, lo conformaban el público asistente, autoridades invitadas, y los encargados de cuidar el orden.
Como salido de la penumbra de lo insólito, se anunció por los parlantes que un miembro de la Policía Nacional iba a solicitar al Gobernador la autorización correspondiente para dar paso al desfile escolar. En efecto, el uniformado portando su espada se cuadró militarmente delante del palco oficial y con voz estentórea pidió “Señor Gobernador, pido permiso para iniciar el desfile”. Una voz apenas audible salió desde lo alto “Permiso concedido”.
¿Qué autoridad ordenó la consumación de esta parodia? Si era una parodia y risible que rozaba con lo ridículo.
Me pregunto ¿qué atribución tenía la policía para pedir permiso e iniciar un desfile que no era el suyo, y qué el Gobernador para concederlo sin derecho alguno, cuando tal actividad pública tenía el sello inconfundible de un desfile cívico-escolar? Para decirlo más crudamente, los escolares no necesitaban de ninguna autorización para marcar el paso. Si estaban en la plaza de armas correctamente uniformados era porque iban a marchar y nadie se los iba a impedir, ni menos pedir permiso a nadie. Tenían plena autonomía para dar el primer paso.
Pongamos las cosas en su debido casillero: la Policía Nacional estaba allí para cuidar el orden, y el Gobernador era un invitado más dentro del grupo selecto instalado en la tribuna. En esos momentos los jóvenes de ambos sexos eran los únicos dueños de la pista de desfile.
Para el futuro, no convirtamos los desfiles cívico-escolar en prácticas de corte policial o militar, que tienen sus propios métodos y reglamentos, incluyendo permisos de acuerdo a los grados de subordinación.
“Señor Gobernador, pido permiso para sentarme junto a usted y presenciar cómodamente el desfile”.
“NI LO PIENSES”.
Otrosi digo: En un pasaje de la película “La caída de la Casa Blanca”, se ve al Presidente de los Estados Unidos, representado por el actor Jaime Foxx, recorriendo un túnel construido por debajo del grandioso edificio, huyendo de sus enemigos que había tomado por asalto la Casa Blanca. En tal circunstancia, le confiesa a un agente del Servicio Secreto que lo acompañaba, que ese túnel lo usaba el otrora presidente John F. Kennedy para hacer ingresar de forma clandestina hasta su aposento a la rubia Marilyn Monroe, con quien sostenía un encendido romance.
Se dice que el Presidente Kennedy reveló a su amante datos confidenciales secretos, y que en buena cuenta comprometía hasta el cuello a personalidades de la banca y de la política estadounidense. Como ella estaba dispuesta a revelarlos es que
ocurrió su muerte en circunstancias extrañas que hicieron suponer fue víctima de un atentado criminal por parte de los posibles involucrados.

Fiel admirador de ella, próximamente viajaré para colocar rosas rosadas, que eran de su predilección, al pie de su tumba.



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