En un ambiente de serenidad, tristeza y madura reflexión,
así como mueren los grandes hombres, el 14 de abril dejó de existir físicamente,
uno de los más importantes luchadores políticos y sociales que ha tenido el Perú
en
los últimos tiempos: Armando Villanueva del Campo, nuestro
famoso y querido “zapatón” como cariñosamente lo conocíamos, lo queríamos y
seguiremos queriendo.
Desde muy joven, enrumbó su vida por el difícil camino de
la Justicia Social y de la Democracia,
por ello se identificó plenamente con los ideales de Víctor Raúl Haya de la
Torre a quien acompañó permanentemente en
los avatares que depara la Política a los hombres honestos aquí en el
Perú.
Armando Villanueva del Campo, en sus años mozos simbolizó
la rebeldía dentro del movimiento Aprista, de ahí que los jóvenes apristas del
Perú lo tomaron como su símbolo, como su líder… como su Amigo.
Armando Villanueva del Campo fue Diputado y llegó a presidir dicha Cámara con solvencia y
disciplina. Fue Senador y también fue Presidente de dicha cámara, con la
madurez y el respeto propios del hombre maduro; fue Constituyente el año 79;
Fue Primer Ministro del Perú pero, más que eso, fue un político forjado en las
canteras de la adversidad, en una vida política muy difícil; en un Perú donde
los intereses y el poder económico siempre avasallaron a los hombres que lucharon
por la Democracia, por la Libertad y por la Justicia Social.
Todo lo dicho queda confirmado con los casi 15 años de prisión
que pagó por defender los ideales del APRA; con los siete años de destierro que sufrió durante la “dictadura de
Odria” quien al no poder combatirlo con ideas, lo combatió con el abuso, la
cárcel y el destierro.
Yo lo conocí cuando estudiaba en la Universidad, tuve el honor de visitar
su casa y conocer a su Dignísima esposa Lucy a quien los jóvenes mirábamos con
respeto y con cariño, mientras que a Él, lo Admirábamos por su lealtad, tanto
al partido como a Haya de la Torre pero, más que nada, lo recuerdo por su
identificación con los jóvenes, no sólo del APRA sino de todo el Perú. Hay
muchas cosas que podría contar de él pero, me limitaré a destacar su espíritu
jovial y bonachón pese a que lo calificaban como “el búfalo” el hombre duro del
partido y “claro que fue duro”, pero duro para defender sus ideales y para
defender la Justicia Social.. Ese es el Armando que conozco y que recordaré
toda la vida ese es el Armando cuya chispa y voz muy particular, lo hizo declarar
en vísperas de su partida que él era modelo 1,915 y que para ese año ya no
habían repuestos. ¡Se dan cuenta su estoicismo!. Cuando alguna vez le
preguntaron ¿qué pensaba de la muerte?, en tono risueño y casi festivo dijo que
cuando tenía 80 años, “la muerte” era una dama que lo estaba esperando;
cuando tenía 90, era una dama que ya estaba aburrida de tanto esperar y, ahora
que tengo 97, es una dama que está desesperada por llevarme.
Hace poco, pese a su edad y estado de salud, respaldó la
lucha contra la Inseguridad Ciudadana y dejó su mensaje a los jóvenes, recomendando
mantener siempre el equilibrio entre lo ideológico y lo emocional que son dos
aspectos fundamentales del hombre. También hizo referencia a que la consecuencia
y la lealtad, se han ido perdiendo en la vida de los hombres y, al Presidente
actual le recordó para que tenga muy presente que nada comienza con él, sino que continúa con él. Hasta el último
dejó sus enseñanzas.
Querido y recordado ARMANDO, ahora tendrás más tiempo para
estar con Víctor Raúl.
José Castro Silva
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