lunes, 19 de junio de 2017

La problemática de la violencia escolar


POR: OSCAR VELIT BAILETTI ESPECIALISTA EN SEGURIDAD CIUDADANA
La violencia escolar es una dificultad de tipo Psicosocial, que se constituye y se transforma constantemente mediante variables de tipo social, político, económico, cultural, etc.
Es un problema global que requiere de una comprensión integral, ya que el conflicto es complejo, y no se puede pensar como unidades separadas, aisladas unas de otras.
Tenemos que emprender acciones preventivas y efectivas que no podemos aplazar. La situación actual nos indica que no podemos esperar; es una necesidad que se extiende a la sociedad, Por lo tanto, hay que empezar a aplicar programas de prevención teniendo en cuenta las diversas incidencias del problema. Capacitar a los maestros para detectar si hay indicadores de violencia o maltrato, brindarles herramientas para que aprendan a abordar estas situaciones de manera conjunta con el equipo interdisciplinario correspondiente a fin de actuar como una red de sostén y acción sobre esta problemática. Y un  trabajo con los padres será la concientización de esta problemática que se encuentra en auge hoy en día, y la importancia y necesidad de su participación a fin de brindar un acompañamiento en la educación de sus hijos de una manera en la que se puedan integrar las dos vías de educación: la familiar y la escolar. Realizar diversas encuestas dirigidas a los alumnos, a los padres, y a los docentes y directivos de la escuela acerca de la percepción respecto a la violencia escolar. Estas entrevistas se realizaran bajo un encuadre diferente y no de evaluación para no despertar ansiedades y sesgos en las evaluaciones.
Así que cuidaremos del momento en que se realicen, se harán luego de haber generado un clima de confianza y conciencia acerca de la problemática a trabajar en el proyecto. Las encuestas serán anónimas. (Estas encuestas deben evaluarse y modificarse de acuerdo al contexto en el que nos encontremos).
Recientes estudios procuran establecer el vínculo entre el maltrato en el hogar y su expresión en el ámbito escolar. Especialistas han demostrado que las víctimas de padres agresivos en cuyos hogares prevalece la desatención, y en los que existe un ambiente de escaso apoyo, son proclives con frecuencia a recurrir a expresiones de violencia reactiva o proactiva, que pueden derivar en la victimización de otros menores con los que están en contacto cotidiano en la escuela. Muchos de  los menores que han sufrido maltrato suelen ser violentos con sus pares. Este problema existe en cuatro de cada diez hogares en donde residen niños y adolescentes: predomina el maltrato emocional, en tanto que el abuso sexual en la casa aparece en una proporción marginal.
Las relaciones con padres y con maestros muestran señales de conflicto. Es notable que sólo un poco más del 50% de las y de los adolescentes recurra a sus padres cuando se encuentra en problemas. Los datos también indican que menos de la mitad de los alumnos se siente tratada con calidez por sus profesores, y que sólo un poco más de la cuarta parte en el caso de los varones, y de una quinta parte en el de las adolescentes, recurriría a un profesor en caso de encontrarse en dificultades. Las indagaciones realizadas muestran que la mayoría de las situaciones de abuso o de hostigamiento sexual ocurre entre los propios alumnos, y, en una proporción menor, se ven involucrados maestros o trabajadores no docentes.
Un proceso de consulta  a niñas, niños y adolescentes llevado a cabo, rescata las preocupaciones de los niños en torno a la violencia en la escuela, en la familia, en las instituciones y en la comunidad. Los menores también sugieren acciones para detener la violencia:
«Que los grandes, las autoridades, las instituciones nos escuchen; que haya más diálogo.
Orientación a los padres sobre temas de violencia, que les informen, que les digan qué no es bueno, que les den consejo.
Con educación, con respeto, con esfuerzo [...] que los psicólogos, la policía, los maestros nos defiendan y ayuden»-
Señores autoridades los jóvenes necesitan de nosotros. Ellos

revelan la inquietud de los niños y de las niñas por participar, así como su necesidad de ser protegidos por las autoridades civiles, educativas y policiales. Las direcciones de educación serán responsables de coordinar acciones de prevención del delito y las adicciones en los planteles escolares»

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