viernes, 23 de diciembre de 2016

HUACHOS: Navidad andina


Con violín, sonaja, zapateo y coplas se celebra la navidad en Huachos (Castrovirreyna, Huancavelica). Es una danza que refleja alegría, júbilo y devoción; pero, también, en su fase final, mucha nostalgia. La lluvia no impide ni incomoda el desarrollo de la festividad.
Las cuerdas del violín producen un sonido melodioso que hace zapatear a niños y adultos; los varones acompañados por la sonaja; las damas con azucenas de papel lustre. Son diferentes los tipos de zapateo; en la Noche Buena prima la fuerza y consistencia del zapateo grupal; en el Atipanakuy o competencia, resalta la elegancia y el zapateo individual. Las coplas son versos que celebran el nacimiento del Niño Dios; pero, también, cantan con tristeza profunda a los ausentes; implorando siempre, al Santo Patrón del pueblo, San Cristóbal.
La fiesta inicia el 21 de diciembre con el Juyñupampa. Es una noche de ensayos. Roque Salvatierra, conocido como “Resistencia”, era el personaje central.
El 24 de diciembre, Noche Buena, es la Noche del Encuentro entre dos grupos que compiten representando a los mayordomos y chavineros o Barrio Arriba y Barrio Abajo.  Durante toda la noche los danzarines acompañan zapateando al Niño Dios. El recorrido es desde el pesebre, casa de la familia Gálvez ubicado al extremo del pueblo, hasta el atrio del templo. A mitad de recorrido hay un encuentro o Chasqui, que consiste en demostrar cuál de los grupos zapatea con mayor entusiasmo y fuerza.  El quemadito, licor preparado en base a pisco y hierbas, abriga y alienta a danzantes y acompañantes.
El 26 de diciembre es el día del Atipanakuy, día del Encuentro en el centro de la Plaza. Con elegancia, prosa y ritmo compiten, en los últimos años, los dos barrios del pueblo. Uno a uno van saliendo al ruedo los danzantes. Primero es una competencia entre damas, no más de cinco por barrio; luego, los varones. Hay una habilidad artística para zapatear, además de una atención auditiva al sonido del violín. Zapateo sin sonaja no es zapateo.   Cada personaje en competencia realiza tres zapateadas.
Los vestuarios de los danzantes no eran definidos. Siempre mostraron espontaneidad. Pero, en los últimos años, se está volviendo rígidos, formales. Se presentan uniformados con poncho o guardapolvo de un solo color.
El lenguaje durante toda la fiesta juega un rol básico. Hay términos que marcan el paso; otros, sufren trastrocamientos; y, algunos, son simples interjecciones. Al policía le dirán “delincuente”; al maestro o estudiante universitario, “ignorante; al aficionado por lo ajeno, “honrado”.  Las frases que convocan a que el danzante preste atención se repite, una y otra vez: ¡Gasilay! ¡Gasilay!, ¡Oído viejo!, ¡Vicuna! ¡Vicuna!, ¡Quilusin! ¡Quilusin! ¡Vuelta camarón! En el recorrido por los diferentes espacios y calles, resalta, como dándose valor, la interjección: ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!
La celebración de navidad concluye cuando los danzarines, luego del atipanakuy, recorren las calles y, entre zapateo y zapateo, cantan en coro diversas coplas, unas más triste que las otras.
“Adiós, adiós,
pueblo de Huachos
adiós, adiós
las buenas pascuas”
Todos cantan en círculo. Algunos llorosos. Alargando algunas vocales.
“Como yo no tengo a nadie
sólo miro
a la tumba de mi madre
¡hay que triste había sido!”
El punto final de la fiesta es la invocación al Santo Patrón:
“San Cristóbal de Huachos
bendice pues a tus hijos
diciendo que regresen
al otro año como hoy día”

Diciembre, 2016.


0 comentarios:

Publicar un comentario

Con la tecnología de Blogger.