Como muy bien
sabemos, cuando los invasores europeos se adueñaron ilícitamente de las grandes
propiedades de los naturales de Chincha, cometieron una serie de incalificables
abusos, con la anuencia de malas autoridades, llegando al extremo de la
falsedad al manifestarles a los campesinos que no era necesario mandar a sus
hijos a estudiar en las escuelas poblanas, ya que solamente iban a perder el
tiempo, que mejor era mandarlos a trabajar en sus fun-dos porque allí tenían su
pan seguro.
Timoteo
Huasasquiche, descendiente de aquellos labriegos explotados, más conocidos por
sus amigos como el cholo Toco Toco, pasó gran parte de su infancia y
adolescencia como un infatigable lampero; hasta que llegó a la mayoría de edad
y se casó con una chola de Hoja Redonda llamada Pascuala Pachas, con quien tuvo
una hija muy hermosa, siendo bautizada con el nombre de Jazmín; la misma que al
cumplir sus quince años, cambió rotundamente en su modo de actuar, mostrándose
melancólica y llorosa, la madre preocupada por tal comportamiento le preguntaba
insistentemente el motivo de dicho proceder, hasta que por fin llegó a contarle
toda la verdad.
¿Qué había
pasado?......
Jazmín le dijo
a su madre, que el patrón de los fundos, la había desvirgado brutalmente con
viles engaños en medio de unos tupidos matorrales; Pas-cuala ni tonta ni
perezosa le relató a su marido todo lo acontecido, el mismo que enfurecido como
un león enjaulado planeó su venganza por la vergonzosa deshonra de su querida
hija.
Aquella misma
noche, Toco Toco armado con un filudo cuchillo de cocina, marchó hacía la casa
hacienda, burlando la vigilancia de los guardianes y de bravura de los perros
aulladores, llegó hasta el aposento del “gringo” sin mediar palabras alguna lo
cogió a cuchilladas, quedando de esta manera salvado el desquite.
Al día
siguiente, se tejieron una serie de comentarios, unos decían que al ser
descubierto el asesino, los guardianes lo ha-bían acribillado a balazos y su
cadáver había sido enterrado en un lugar solitario, más otros manifestaban que
el homicida al sentirse culpable de tan ho-rroroso crimen se había fugado a la
sierra para esconderse definitivamente. Lo cierto es que el cholo Toco Toco
jamás apareció por estos lares.
Ahora muchos
querrán saber el porqué a Timoteo Huasasquiche le pudieron el remoquete de Toco
Toco, pues bien resulta que cuando era niño, sus padres lo mandaban a comprar
en la pulpería del barrio y siempre regresaba con la respuesta: Yo siempre toco
toco y el pulpero no abre la puerta.
Por tal motivo
se quedó con el apodo de Toco Toco.
Por: Juan Manuel
Medina Cañas.