Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo
En los seres humanos el lóbulo
frontal termina de desarrollarse aproximadamente entre los 23 y los 25 años.
Algunos países han considerado dictaminar adultez a partir de los 18. Aunque
realmente después de conocer este dato, deberíamos detenernos a reflexionar
sobre ese hecho y es que, el sistema capitalista tiene una prisa bárbara por
explotarnos, por volvernos productivos y es ahí donde está mucho del meollo de
la rapidez para aventar a los individuos a la vida adulta, cuando se está
todavía muy lejano de poder tomar buenas decisiones, aunque, para tomar de esas
que se les llaman malas, pues usted y yo, sabemos que no hay edad. Pero
retomando a lo que científicamente se ha comprobado, sí, después de los 25, es
que, podríamos empezar a considerar que empezamos a estar aptos para tener
mejor juicio. A este dato biológico le quiero agregar todos los demás
“stakeholders” (me permito utilizar este término mercadológico), quienes son el
conjunto de entes que orbitan a nuestro alrededor y que impactan en nuestra construcción
como individuos, llámense, familia, cultura, nacionalidad, grupo social,
status, educación académica, política, economía, y un largo etc.
¿Por qué empiezo relatándole todo esto? Pues, porque de unas semanas para
acá se ha estado hablando mucho de las parejas con diferencias de edad. Hace 2
semanas comenté ya, sobre la cachetada que Briggite Macron le propinó a su
esposo, el presidente francés, el cual revelo, su historia de abuso. Y sí hay
que decirlo claramente, es una historia de abuso, porque comenzó cuando él
tenía 14, casi 15 años, y por favor, a esa edad eres todavía un niño, un
puberto que no tiene idea de lo que hace, y no me van a decir que una señora de
40 no está abusando de un chiquillo de 15, eso lo es aquí y en la China. Y
usted sabe que me declaro feminista (y de las pensantes) y como feminista busco
igualdad, por lo que señalo el abuso de Briggite, como también señalo el del
cantante de Red Hot Chili Pappers, Anthony Kieds de 61 años, con su novia de
Helena Vertergard de 20, o las famosas relaciones de Leonardo Dicaprio de 50,
con un sinfín de chicas que no pasan de los 25, o Florinda Meza y Roberto Gomez
Bolaños, que los separaba 20 años, eso es estrupo. Aunque en estos dos últimos
dos casos hay un gran agraviante: el dinero.
Y sí, ya sé que muchos saltarán a decir que muchas veces es consensuado y que ellas están también efectuando un “atropello” pues de alguna manera, se están vendiendo, al quedarse junto a una figura poderosa. No descarto de todo el argumento, y es ahí donde entran los stakeholders que le mencioné hace algunas líneas, si a las chicas, no se les enseña más que auto cosificarse, para tener la vida que desean de forma fácil, también parte de la culpa, la tiene la sociedad y el circulo donde se mueven, en equipo, a su falta de ganas por desarrollarse y ser ellas mismas. Es horrible pero la sociedad ha impuesto el discurso patriarcal en donde, las féminas deben venderse al mejor postor siempre. Para decirlo crudamente, el discurso patriarcal ha impuesto que, si como mujer le abres las piernas a alguien y no obtienes algo a cambio eres una tonta o lo que es peor una cualquiera.
Esta semana, saltó a la luz, la declaración de Ivet Playá, fan del
cantante español Alejandro Sanz, quien sacó a la luz “su historia de abuso”
cuando ella tenía 18 y el cantante 49 (31 años de diferencia), época en que la
catalana, se dedicó a seguir por toda España la gira de Sanz, hasta que él la
hace parte de su staff, y comienzan una relación en donde compartían “la
intimidad sin compromisos”. Hasta ahí, me detengo a decir que Alejandro, como
el adulto experimentado que era de casi 50, no debió dejar que pasara, él tenía
que haber tomado las buenas decisiones, pero no lo hizo. Y ella, se dejó
arrastrar por el alud de emociones y de sueños, que, por desgracia, y remarco,
desgracia, al parecer dejo salpicar por el factor económico, al intentar
solicitar ayuda monetaria al cantautor para unos negocios, la cual fue
denegada. Dejó que las manos se le embarraran un poco de ambición. Se supuso en
un lugar en donde podría sacar provecho. Lo calculó con alevosia y ventaja, de
esas que se confabulan con precio por entrevista de 50 mil euros. Mal, muy mal.
El dinero y el amor no se deben mezclar. El caso es que todo esto pasó hace
algunos años, y mientras Sanz estuvo cruzando por un periodo de vacas flacas,
ella se mantuvo en silencio, y ahora que el español está de vuelta en una gira
exitosa, salta todo esto a la luz, y aquí me detengo a señalar, que sale cuando
Ivet ya tiene más de 26, su lóbulo ya se desarrolló, sabe perfectamente lo que
está haciendo, pero no imaginó la declaración de Sanz al revelar que le había
pedido dinero, dando pauta a muchas suposiciones, es la pura y cruel verdad.
Ivet está aprovechando el momento, y como no pudo obtener una ganancia dura,
por lo menos ya, ventiló la situación y por primera vez, empañó la imagen de
Sanz, que sabíamos le encantan las mujeres, y que vive del amor, pero el
problema es que con chicas menores 31 años que tú, pues como que no.
¿Quién estuvo peor? Obvio que Sanz (y mire que no está para saberlo, pero me encanta su música, me las sé todas, creo que es un gran poeta, pero creo que una cosa es el artista y otra el hombre, pero ese es tema de otra columna), retomando, claro que Sanz tuvo que ser coherente, claridoso, maduro, y no debió dejarse llevar. No creo que sea un mosntruo, ni un narcisista ni le voy a diagnosticar nada, porque en primera no tengo las credenciales para hacerlo y además, tampoco lo creo, Alejandro tomó las malas decisiones que nos han enseñado por siglos. Aprovecho su poder sí y se topó con una chiquilla que, fue abusada, pero que también quiso aprovechar su historia, le salió el tiro por la culata, como dicen por ahí, y la moraleja es tan fácil y certera: el que con niños de acuesta, m*ado se levanta.
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