Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo
En este mundo hiperconectado, sobreexpuesto y aparentemente valiente, los actos de cobardía no han desaparecido; solo han cambiado de forma. En 2025, la cobardía no siempre se esconde en las sombras: muchas veces se disfraza de silencio, de apatía o incluso de una sonrisa diplomática. No hablamos del miedo natural a lo desconocido, sino de la renuncia voluntaria a actuar con ética, responsabilidad o humanidad. Hoy, más que nunca, enfrentamos formas de cobardía modernas, cómodas y, por lo tanto, peligrosas.
1.La cobardía del silencio digital. Vivimos en una era donde las
redes sociales amplifican las voces, pero también eluden la ac-ción. Vemos
injusticias grabadas en video, escuchamos discursos de odio, presenciamos
ataques contra los más vulnerables, y aun así, elegimos pasar de largo con un
“no me meto”. Guardar silencio ante el abuso, en cualquier plataforma o
contexto, es uno de los actos de cobardía más recurrentes de nuestro tiempo.
¿Cómo enfrentarlo? Con valentía civil. Denunciar, compartir información
verificada, levantar la voz aunque incomode. La neutralidad, ante el abuso,
siempre favorece al opresor.
2. La cobardía emocional. En 2025, millones de
personas mantienen relaciones que no desean, callan sentimientos que los
consumen o abandonan sin despedirse. La falta de honestidad emocional, el
ghosting, y el miedo a tener conversaciones incómodas son cobardías cotidianas
que erosionan vínculos y afectan la salud mental colectiva. ¿Cómo enfrentarlo?
Con madurez y responsabilidad afectiva. Decir lo que sentimos, dar la cara, y
aprender a irnos sin herir, pero sin escondernos.
3. La cobardía laboral La figura del jefe que grita
desde la pantalla o el compañero que se apropia de ideas ajenas es más común de
lo que se cree. Pero más común aún es el colaborador que prefiere callar ante el
maltrato, dejar pasar irregularidades o actuar en contra de sus valores “para
no perder el trabajo”. ¿Cómo enfrentarlo? Con redes de apoyo. Las denuncias
aisladas son difíciles, pero cuando se colectiviza la valentía, la injusticia
se acorrala. La ética profesional no puede ser negociable.
4. La cobardía del anonimato agresivo. Detrás de
perfiles falsos, muchas personas difaman, acosan, cancelan o humillan. El
anonimato digital ha dado lugar a una generación de valientes de pantalla que
jamás sostendrían su discurso cara a cara. Cobardía disfrazada de justicia
social. ¿Cómo enfrentarlo? Con autenticidad. Denunciar, bloquear, pero también
crear espacios seguros de diálogo, donde el desacuerdo no implique violencia.
5. La cobardía de la indiferencia climática y social.
Saber que el planeta se desmorona, que miles migran por hambre o guerra, y
seguir viviendo como si nada pasara es uno de los actos de cobardía más graves
y globales. Vivimos en la era de la información, y no actuar, no cambiar
hábitos, no exigir justicia, ya no es ignorancia: es indiferencia cobarde.
¿Cómo enfrentarlo? Con coherencia. Consumir menos, informarnos más, actuar
localmente y votar con la conciencia ambiental y social despierta.
En resumen, la cobardía del siglo XXI no grita, pero
sí se esconde en los pequeños actos cotidianos que nos hacen perder humanidad.
No es necesario un enemigo visible para actuar con valor. Hoy, el reto es
atrevernos a ser valientes en lo invisible, en lo cotidiano, en lo ético.
Porque la peor forma de cobardía no es el miedo a
actuar… es el miedo a ser íntegro.
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