lunes, 21 de agosto de 2017

¡NI UN PASO ATRÁS, LA HUELGA CONTINÚA!


Raúl Sotelo Lévano
La huelga de hambre siempre se utilizó y la seguirán explotando en los reclamos sindicales, y aunque en la mayoría de las veces solo fue un simulacro, no deja de ser una medida extrema ante las injusticias cometidas en el campo laboral por los poderosos de turno.
Los huelguistas recibían en las noches su buena ración de alimentos que les permitían “resistir” varios días y cuando los periodistas los entrevistaban, hacían su mejor esfuerzo para parecerse a unos moribundos a punto de perder el conocimiento. Unos verdaderos actores de novela.
El ciudadano Franco Salcedo Del Río, fue sorprendido por su novia Marie cuando cortejaba amorosamente a otra dama, y como es de suponer el lazo sentimental entre ambos se rompió ásperamente. Franco reconoció su falta e intentó la reconciliación con su prometida, pero vano fue su propósito, porque Marie no lo perdonó.
Desesperado, empleó todos los métodos a su alcance para reconquistar a su novia, como serenatas, regalos, cartas, flores, pero ella dura como una roca, no cedió ni un milímetro.
Agotados todos los recursos, el atribulado joven, al borde del colapso, se jugó su última carta: declararse en huelga de hambre.
Se dirigió a la plaza principal de la ciudad, tomó ubicación en una banca a esperar como todo un héroe el desenlace final. O moría por inanición en su último grado, o ella caía a sus pies rendida de amor. El letrero en sus manos lo decía todo (la cara de ese sujeto me parece conocida).
Al culminar ya el tercer día que Franco no probaba ningún alimento, la opinión pública se interesó en el caso que ya adquiría visos de dramatismo, y un canal de televisión llevó a todos los hogares del lugar, la imagen de un hombre abatido por la desesperanza y el hambre. La multitud a su alrededor no podía hacer nada.
Marie, impresionada por la escena difundida públicamente y porque no esperaba tal actitud del hombre que amaba, llegó hasta el lugar y confundiéndose con Franco en un enternecedor y prolongado abrazo, lo perdonó ante el aplauso del público conmovido.
Por eso amigo cuando cometa un desliz fuera de su campo de juego, y su esposa, suegros y cuñados luego de un sumarísimo consejo de familia, le sacan la tarjeta roja, agarre sus pertenencias, su ubica en una banca de la plaza de armas y exhiba un letrero que se lea:
EN HUELGA DE HAMBRE HASTA LAS ÚLTIMAS CONSECUENCIAS”.
De  seguro nadie acudirá en su ayuda y terminará durmiendo en un frío calabozo policial.


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