Las
versiones del Párroco Marcos Martínez de la Parroquia Santo Domingo de Guzmán,
en torno a su opinión personal, respecto a los hechos sucedidos en el Distrito
de Sunampe, son claras y precisas, las que fueron dadas a conocer a tra-vés de
nuestro medio en una entrevista que iniciamos ayer.
Refiere
el P. Marco Martínez, que: “respecto pues a lo que ellos reclaman, ellos dicen
que están defendiendo una tradición, una tradición de la fiesta del Señor de
los Milagros, que es una tradición de 50 años; tendríamos que entender qué es
tradición primero, la tradición nos identifica, la tradición nos une, la
tradición es cultura, y por lo que veo, ellos reclaman una tradición de fiesta, una tradición de orquesta, una
tradición de bailes, una tradición de castillos, una tradición de licor, y
que tiene como consecuencias muchas veces una borrachera; eso no es tradición,
eso no es cultura, eso no une, eso no nos edifica, eso por el contrario nos
hace perder nuestra identidad cristiana, cómo podemos pretender creer o hacer
creer que la tradición cristiana del Señor de los Milagros, tiene que ser
cuetes, castillos, borracheras, alcohol, bailes; cómo pretendemos que sea
tradición, eso no es tradición, y es más, ellos defienden una tradición de 50
años, y el párroco, el padre Armando, es-tá defendiendo una tradición de más de
2 mil años, que es una tradición de Cristo, de la Iglesia Católica, de la
enseñanza, de la vida cristiana; un papá en su casa ve que el hijo o los hijos
están actuando mal, tienen que corregir, el párroco, el sacerdote, es el padre
es el responsable, el pastor de la Fe, entonces el padre en criterio cristiano,
con las normas de la Iglesia, con las disposiciones, el párroco tiene que
llamar la atención, cuando debe de llamar la atención, corregir cuando debe
corregir, y si él ha visto conveniente corregir las actitudes de esta Hermandad,
pues hay que ser humildes también para aceptar las correcciones, para reconocer
nuestras faltas, y decir nos hemos equivocado, entonces vamos a rectificar,
pedir disculpas al pueblo, al párroco, a la Iglesia, y vamos a empezar con
humildad, miremos la imagen del Señor de los Milagros, vemos a un Cristo
humilde, a un Cristo obediente, un Cristo como dice la Sagrada Escritura, por
la soberbia y la desobediencia entró el pecado en el mundo, y por la humildad y
la obediencia, Cristo trajo la salvación; dice las Sagradas Escrituras, entonces
el Señor de los Milagros, que es el Cristo
Crucificado, nos recuerda la humildad y la obediencia, y es un poquito
incoherente que estos hermanos nuestros pertene-cientes a lo que era la Hermandad,
porque ya el padre los ha destituido, ya no están como hermandad, por lo menos
reconocida por la Parroquia, es incoherente que ellos cargando a un Cristo
humilde, y obediente, signo de nuestra salvación, y del amor de Dios, ellos
estén actuando con soberbia, y desobediencia; entonces dónde estamos, qué
pretendemos recla-mar, con soberbia, con insultos, con gritos, qué pretendemos
reclamar a un sacerdote, en este caso al párroco, con soberbia, ese no es el
proceder de un cristiano; el proceder de un cristiano que se hermana con otro
para formar, para seguir a Cristo, para cargar a Cristo, pues tiene que ser un
proceder con humildad, con sencillez y obediencia, a quién estamos cargando, no
estamos cargando al verdadero Cristo, estamos cargando un anda de madera, una
pintura, pero que no representa a Cristo, sino está representando a lo que no
es Cristo, que pena, tendríamos que ponernos a pensar cómo nos mira Dios desde
el cielo, cómo nos mira el Señor de los Milagros desde el cielo, ¿querrá el
Señor de los Milagros que un pueblo trate así a un sacerdote?, pensemos, ¿Dios
está contento de esta actitud del pueblo?,
creo que no, porque no es la manera de proceder, entonces personalmente pienso
que es una situación bastante triste, que tiene que rectificar la hermandad,
recordemos que por la soberbia entró el pecado en el mundo, y por la soberbia
la Iglesia se ha dividido, y por la soberbia muchos han caído en sectas, por la
soberbia pues las cosas pue-den irnos mal también en nuestra vida personal, en nuestra
vida familiar también, y yo, como pues humildemente pido como un cristiano a
estos hermanos que pertenecen a esta agrupación del Señor de los Milagros, que
reflexionen en su interior que no se dejen llevar por los caprichos personales,
que no se dejen llevar por las instigaciones de otras personas, conozco a
muchos de ellos, porque han venido aquí, entonces yo les invito a que reflexionen,
en el interior de sus conciencias, donde Dios les habla, recapaciten y pues
pidan perdón, no es de cobardes pedir perdón, es de valientes y veremos como
estaremos tranquilos, con nuestra conciencia, cuando nos damos cuenta de
nuestros errores, rectificamos y pedimos perdón, pienso que esto es lo que
quiere el Señor de los Milagros, que el milagro de este Cristo Crucificado realmente
sea que se apague esta, cólera y hasta a veces odio se miran en los reclamos de
las personas, entonces no es el actuar de un cristiano, hay que respetar a las
personas, respetar a su párroco, a su pastor, el jamás querrá un mal, él siempre
querrá un bien para todos, hay que escucharle,
sabemos que él es un misionero, estamos sufriendo en la Iglesia de
Sacerdotes, a veces no podemos, cubrir con todas las necesidades de las
personas, sobre todo en las Eucaristías, y no podemos tratar mal a un sacerdote,
que viene de lejos, dejando su país, su familia, sus costumbres, para poder
evangelizar y dar testimonio de la vida cristiana, aquí en un pueblo de
Chincha; Chincha no puede identificarse con esa actitud, Chincha es un pueblo
cordial, no es un pueblo renegado, tenemos que tratar con respeto, solucionar
los problemas con respeto, no agrediendo
a nadie, ni con amenazas, ni con nada, y otra cosita también he escuchado ahí, “La voz del pueblo es la
voz de Dios”, ¡un momento!, la voz del
pueblo es la voz de Dios cuando se busca un bien, no un capricho, la voz de
Dios se nota en el pueblo creyente, en el pueblo practicante, en el pueblo
comprometido con la Fe Cristiana, preguntémonos si todas esas personas que
dicen que la voz del pueblo es la voz de Dios, van a Misa, confiesan, están casadas
por la Iglesia, llevan una vida cristiana honesta, honrada, de fidelidad, una
vida justa, alejada de la corrupción, preguntémonos, si esto es así, entonces
es la voz de Dios, no nos atrevamos a decir que la voz del Pueblo es la voz de
Dios cuando nosotros ni siquiera tenemos a Dios en el corazón”, refirió El
Párroco Marco Martínez Ruiz de la Parroquia Santo Domingo de Guzmán.
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