viernes, 14 de septiembre de 2018

DIA NACIONAL DE LA FAMILIA



Por: Oscar Velit Bailetti
Este domingo 16 de septiembre, Solemnidad de la Exaltación de la Cruz, se celebrará en Perú el Día Nacional de la Familia. Efectivamente el segundo domingo de septiembre fue señalado como Día Nacional de la Familia según Decreto Ley 23465 del Gobierno Peruano del año 1982.
Con este motivo  en el atrio de nuestro Templo provincial de Santo Domingo, Monseñor Héctor Eduardo Vera Colona, Obispo de nuestra Diócesis de Ica, celebrará  la Santa Misa  con la participación de delegaciones de los grupos de Pastoral Familiar y fieles en general de las parroquias de la provincia de Chincha.
También han sido invitadas  las principales autoridades. Se espera que numerosas familias se congreguen para dar gracias a Dios y pedirle fortaleza por la gran parte de los problemas que se suscitan en la infidelidad del matrimonio y son por huir de esa luz, que es la cruz, la entrega mutua, el sacrificio diario por la educación de sus hijos, ese amor que se va alimentando en la medida que mata al egoísmo.
Un matrimonio sin cruz se destruye, una familia sin cruz se corrompe.
También es la oportunidad de pedirle a la Virgen María para que interceda por los esposos e hijos para que proteja y promueva a que la familia encuentre un remanso de paz, en donde los hijos puedan educarse con esa serenidad, ternura y cariño. Que la escuela y el colegio sean un complemento de la familia y no un adversario; y, que la legislación respete la naturaleza humana de lo que es la familia, no solo en la dimensión sacramental, sino en la dimensión natural del complemento de hombre y mujer que genera esa sociedad nuclear que por siglos ha sido y es fundamental para la humanidad. Este día es el momento del amor, del perdón, del muero para que vivas, disminuyo para que crezcas, de la humildad para la verdad, de la libertad dentro de la norma moral y de la dignidad de la persona humana.
La Familia católica tiene que orientar, motivar y promover una acción organizada en la Iglesia para que las familias cristianas comprendan, valoren y respondan a su misión de ser formadoras de personas, servidoras de la vida, educadoras en la fe y promotoras del bien común. No dejamos de reconocer las situaciones difíciles que vive la familia  -por ejemplo violencia intrafamiliar, en que con frecuencia son víctimas los niños, los discapacitados, los ancianos, las mujeres; desintegración; extrema pobreza que obliga a emigrar y dejar la familia incompleta; crecimiento de índice de familias monoparentales; influjo de la creciente mentalidad divorcista o de perspectiva de género; por mencionar sólo algunos aspectos-; sin embargo reconocemos el esfuerzo de muchas familias por conservar los principios de su identidad natural y cristiana; valoramos la lucha de muchos esposos por vivir la fidelidad, la indisolubilidad y la santidad del matrimonio, así como la generosidad de los padres por acoger, proteger y educar a sus hijos.
De modo que la celebración de este Día de la Familia es una invitación a que las familias crean en sus valores, a que sean lo que están llamadas a ser: célula fundamental de la sociedad, santuario de la vida, iglesia doméstica, íntima comunidad de vida y amor.

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