sábado, 17 de marzo de 2018

“SIÉNTATE AHÍ”

Raúl Sotelo Lévano
Y espera que mi cadáver pase por tu delante”. Esta especie de amenaza es más o menos igual aún refrán árabe que dice: “Me sentaré en la puerta de mi casa para ver pasar el ataúd de mi enemigo deudor”.
En el primer caso, es la sentencia que un despechado le dicta a la mujer amada para que vea pasar su cuerpo sin vida maltratado por la traición.
Trataba de impresionarla para que cambie de actitud y retorne a su lado. Y le funcionó porque ella temerosa que él tomara una fatal decisión, corrió a su lado, le pidió perdón y reiniciaron su
vida sentimental con más pasión que antes. Ahora ella ya no espera el paso de un cuerpo inerte sino está atenta al nacimiento del fruto de una relación que estuvo a punto de naufragar.
En el segundo caso, el destino dio un vuelco inesperado a los protagonistas, el enemigo contra todos los pronósticos cumplió con pagar incluido intereses el dinero que le debía al prestamista, quien completamente impresionado porque no lo esperaba, sucumbió ante la emoción y su corazón se paralizó. El guión de actuación de los actores había cambiado.
En efecto, el que canceló su deuda ahora esperaría el paso del cadáver de aquél que precisamente iba hacer lo propio con él. Como tenía buenos sentimientos no lo consideraba su enemigo sino una persona que lo auxilió en su momento difícil.
Sumamente abatido, al pasar
el féretro frente a él, entregó un ramo de flores a los familiares y se sumó al cortejo fúnebre.
“No esperes acongojado en la puerta de su casa el paso del cadáver sangrante de Jesús Crucificado, sino con gozo y júbilo glorifica la presencia de su cuerpo resucitado envuelto en una túnica blanca”.


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