Por: Raúl Sotelo Lévano
El genial Cantinflas estaba despedido de su
trabajo en una repartición pública, pero antes de abandonar el local, en presencia
del que fuera su jefe, sus ex colegas y de un impaciente público aglomerado de-trás
del mostrador de la oficina, ansiosos que sus trámites sean acogidos, lanzó
esta encendida y enérgica arenga: “mi estadía en esta oficina resultó incómoda
para muchos de los que aquí laboran por mi dedicación y entrega a mis tareas
como empleado eficiente y ejemplar, y por eso me corren. Pero recuerden
trabajadores, si así se les puede llamar, que su obligación primordial es
atender solícitamente con la sonrisa en el rostro a toda esta gente que espera
por largas horas sean atendidos sus reclamos. Sepan que con el pago de sus impuestos
ellos están contribuyendo a la cancelación de los salarios de todos ustedes.
Hagan un esfuerzo y cumplan con su deber. He dicho”.
Una
salva de aplausos emergió de ese apretujado grupo de sufridos ciudadanos que
reclamaban la solución de sus problemas, mientras los empleados conversaban o
leían los diarios con total indiferencia.
El
poder insultante y abusivo detrás de los escritorios de las reparticiones
públicas, se consolida día a día. Es un mal incurable e ignominioso. Es tal el
enojo que sentimos ante este abuso que dan ganas de saltar sobre el mostrador y
coger de la corbata o de los moños a los burócratas insensibles, enfrascados en
diálogos personales, y reclamarles a viva voz que nos atiendan como es su obligación.
Largas
colas, trato agresivo y despectivo, rostros avinagrados y el odioso mensaje
después de larga e infructuosa espera como es “regrese mañana”, son nuestro
calvario cuando pisamos una dependencia municipal (secretaria, tesorería, registros
civiles), una comisaría, una zona de emergencia de los hospitales San José y
Essalud, SEMAPACH, Electrodunas, mesa de parte del Juzgado o Fiscalía, y otros
infiernos más.
¿Qué
nos queda como consuelo?, pues, encomendarnos al Divino, nos dé paciencia yresignación
antes de cometer un burocráticidio. Porque ganas no nos faltan.
OTROSI DIGO: César Hildebrant
haciendo una radiografía de nuestro país, escribió “me preguntaron qué opinaba
de la cundería, de la criollada, el recuteco y el recursismo peruano; y le
contesté que todas estas definiciones me hacían vomitar, y es más, los
políticos criollos también me causan repulsa”.
¿Qué
maldición inapelable hizo que la mayor parte de los peruanos fueran tramposos,
impuntuales, permisivos con la mugre interior y exterior? A nivel de valores y
estética hemos hecho y seguimos haciendo un país espantoso, una ciudad sin ley,
una ciudadanía de zombis. Es tiempo de que alguien lo diga a todo pulmón aunque
sea solo para dejar constancia.
OTROSI DIGO: El 01 de diciembre
de 1955, cuando los ciudadanos afroamericanos reclamaban airados sus derechos
civiles, una mujer negra que viajaba en autobús por las calles de Montgomery,
se negó terminantemente a obedecer el chofer cuando le ordenó cediera su
asiento a un blanco.
Tal
valiente actitud determinó fuera encarcelada, acusada de haber perturbado el
orden público.
Ella
era Rosa Louise Mc Camley, más conocida como Rosa Parks. Esta mujer y Martin
Luther King, se convirtieron en los defensores que necesitaba su comunidad,
víctima de continuos abusos. Como tenía problemas para conseguir empleo, Rosa
fue apoyada por el representante afroamericano John Conejers, con quien trabajó
desde 1965 hasta 1988.
Cuando
murió, el 24 de octubre del 2006 a los 92 años, para
siempre recordarla, se colocaron cintas negras en cada asiento de los autobuses
de la localidad de Montgomery.
Ante
la prepotencia del chofer, Rosa Parks, no dio su brazo a torcer, defendiendo
con firmeza su derecho a ser respetada.
Una
contundente demostración para todas las mujeres cómo deben enfrentarse cuanto
son maltratadas físicamente y se violan sus derechos civiles.
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