Por: Raúl Sotelo Lévano
¿Quién lo hubiera imaginado? Al mono solo le faltó 1.5 por ciento de empuje genético para tener la misma
capacidad del hombre y competir con él en igualdad de condiciones, esto es,
hablar, escribir y razonar, y porque no, llegar a la perversión de convertirse
en un político.
Los antropólogos han determinado que
hace más de cinco millones de años, la raza humana y los simios con ancestros
comunes, tomaron caminos separados. Una rama dio origen a los parientes de King
Kong, y la otra, a los antropoides, de los cuales surgió el Homo Sapiens, o sea
ese problemático ejemplar llamado hombre.
Un mísero gen, que es una de las
partículas que el núcleo de la célula condiciona la transmisión de los caracteres
hereditarios, fue lo que le faltó al simio para ponerse los pantalones largos y
tratar de tú al Rey de la Creación. O sea una minúscula partícula ausente en el
cerebro del mono determinó que la humanidad no diera un vuelco de insospechada
magnitud, y sabe Dios qué es lo que estuviera pasando en estos
instantes.
Si como seres humanos, aparentemente
normales, nuestros partidos políticos naufragan en el mar de la corrupción, un mono más capaz, ya
habría ocupado el sillón presidencial. ¿Se imagina a un orangután con la banda
bicolor jurando como Primer Mandatario?
La naturaleza fue sabia al no permitir
la igualdad entre el uno y el otro, y ese 1.5 por ciento es la bendita pared
que nos separa de los simios. Así, de este tamaño faltó para ser de ellos
hermanos de padre y madre. Sólo somos parientes bien .cercanos,
pues se ha demostrado que la secuela de ADN, tanto del hombre como de nuestro
primo, se asemeja en casi un 99 por ciento. Casi nada.
En algo si ellos nos superan, aparte
de no ser unos corruptos ni traidores, es
su resistencia al SIDA, a la influenza, y
a la malaria, entre otras enfermedades, pero
para su desgracia su vida es corta. Pocos son los que celebran sus bodas
de rubí.
Esto sí que nos aterra; algunos
biólogos están en la búsqueda de ese gen que prolonga el periodo de desarrollo
del cerebro humano y luego aplicado a los monos mediante una ingeniería genética, con los que
nos igualarán.
De ser así, ni pensar todo el
desbarajuste que se crearía en el mundo, como por ejemplo que un gorila vistiendo un
terno rojo de casimir inglés, zapatos mo-casines
italianos y sombrero de paño, se presente al Jurado Nacional de Elecciones para
candidatear como alcalde o presidente de la Región Ica.
Con toda seguridad su gestión
sería mucho mejor que aquellos representantes de los partidos políticos que con
su credibilidad por los suelos hoy son gobernantes.
OTROSI DIGO: A
las 8 de la mañana del 06 de Agosto de 1945, los habitantes de la ciudad de
Hiroshima, ni en la más horrible de sus pesadillas, hubieran podido presagiar
que quince minutos después vivirían el más atroz de los tormentos.
Una bola de
fuego apareció allá arriba, y en contados segundos explotó antes de tocar
tierra. Un relámpago brillante iluminó el firmamento y la temperatura ascendió
a 300,000 grados que borro todo vestigio de vida. La bola de fuego al impactar
en la superficie se elevó absorbiendo el polvo de todo lo que quemó formando un
gigantesco hongo.
Tres días
después, el 19 de Agosto, cae una segunda bomba en la localidad de Nagasaki; y
con esta nueva hecatombe se produjo la rendición del gobierno japonés ante las fuerzas norteamericanas, y con ello terminó la Segundo
Guerra Mundial.
El saldo de
esta monstruosa acción bélica: 25 mil muertos, 70 mil personas prácticamente
fuera de toda circulación física, dos ciudades casi borradas del mapa, y un
recuerdo impregnado de dolor e impotencia que aún no desaparece.
Si existe
el infierno, Harry Truman, el presidente de EE.UU., que autorizó se arrojara
las dos bombas atómicas, estará retorciéndose con el fuego abrazador que lo
envolverá toda una eternidad. Sus alaridos de dolor no inmutarán en lo mínimo
al impávido Satanás.
Cuando el
avión B-29, de donde se arrojó la bomba, se alejaba a toda velocidad de la
ciudad japonesa, el capitán Robert Lewis, copiloto de la nave, comentó: “Dios
mío, ¿qué hemos hecho?”
¡Asesinos!
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