Raúl Sotelo Lévano
Sí, me refiero a los que nacimos en este punto de nuestro
planeta. Chincha no se fregó sola, fueron sus propios habitantes que la han
puesto de rodillas y encadenada ante el trono que ocuparon y ocupan los
políticos ávidos de poder y del dinero mal habido. La han desnudado para
dejarla a merced de la violencia criminal y de toda la lacra social que
actualmente padecemos.
Sí, me refiero a los que nacimos en este punto de nuestro
planeta. Chincha no se fregó sola, fueron sus propios habitantes que la han
puesto de rodillas y encadenada ante el trono que ocuparon y ocupan los
políticos ávidos de poder y del dinero mal habido. La han desnudado para
dejarla a merced de la violencia criminal y de toda la lacra social que
actualmente padecemos.
Con la candidez y la miopía que llevamos a cuestas desde
años, se eligió a autoridades para que nos gobiernen sin haber tenido en cuenta
su pasado oscuro y sinuoso, sólo porque nos deslumbraron con sus huachafos discursos
untados con mantequilla para que resbale hasta nuestros cerebros, y recibir a
dos manos sus ridículos regalos, “sus panetones” que terminaron por neutralizar
la poca dignidad que aún nos quedaba.
Por la pasarela de nuestra pasividad han desfilado diversos
sujetos con sus bandas o “chancacas”
sobre el pecho que lo identifican como autoridades o, responsables del
servicio público de agua, luz, educación, deportes, etc, que no han hecho otra
cosa que ponernos contra la pared sin ninguna alternativa de defendernos, como
si fuera un asalto, y nos han acribillado con sus actos de pillaje e
incapacidad. Con una sed insaciable bebieron el agua de esa fuente inagotable
donde brota a borbotones la corrupción y la coima.
Esta crisis total que agobia a nuestra ciudad, se encubre
con el manto cómplice que significan las serenatas públicas (borracheras),
aniversarios, festivales, desfiles, premiaciones, todos que como una suerte de
remedios caseros, ellos tratan inútilmente de combatir el cáncer que avanza
incontenible al interior de nuestra indefensa sociedad.
Sí, los chinchanos padecemos de dos males crónicos:
pasividad e indiferencia a todo lo que nos afecta. Como que estamos envueltos
en una mortaja como las momias y no reaccionamos ante los abusos que se cometen
en nuestro agravio. Hemos sacado la bandera blanca de la rendición y nos hemos
entregado al enemigo, que no son sino los mismos que fueron nominados para
defendernos y protegernos de la injusticia, de la violencia, de nuestra salud,
de la educación de nuestros hijos, de la eficacia de los servicios básicos (luz
y agua). Todos actúan impunemente y no aparece hasta hoy el esperado Superman
chinchano que se les enfrente y los ponga de cabeza para que de sus bolsillos
caigan todo el dinero del que se han apropiado.
Son también los que han maltratado a Chincha, y lo seguirán
haciéndolo en la medida que se lo permitamos. Nos han agarrado de punto y puntos
suspensivos porque no tienen cuando terminar su acción depredadora. ¿Qué
estamos haciendo? Pues, ofreciéndoles el otro lado de la cara para que nos den
el golpe final.
¿En qué bendito momento dejaremos de caminar como unos
patos con reuma?
Otrosí digo: Terminaron las clases escolares, y los
patrioteros figuretis que todos los domingos paseaban la bandera nacional ya no
asoman su humanidad por la plaza de armas. ¿Se les acabó su acendrado amor, apasionado
por el símbolo patrio? Nooo, sucede que ellos siempre desfilan al son de las
trompetas y los tambores, y ya no tienen tras de sí a los sufridos alumnos que
sacrificando su único día de descanso, terminaban rindiéndoles honores
marchando por su delante como si fueran grandes personajes.
Dentro de poco el circo entrará en acción. Por ahora los
payasos se broncean en las playas para relajarse y estar preparados cuando
comience nuevamente la parodia donde el bicolor nacional es utilizado para promocionar
sus centros educativos.
Si quieren rendir honores a la bandera, porque no la pasean
hasta Condorillo Alto, o se la llevan a sus casas para venerarla día y noche, y
así la policía deja de fregarnos cerrando el centro de la ciudad.
Cuando avancemos pisando fuerte el piso, el cuerpo erguido
y los puños cerrados dispuestos a derrotar a los que hoy ´nos pisan el cuello
con su bota opresora´, a partir de allí Chincha jamás será maltratada.
Mi otrosí digo: El tiempo avanza inexorablemente,
arrastrando a todos hasta el último paradero de la vida. Nuestro planeta sigue
convulsionándose; hechos sorprendentes están ocurriendo, que apuntan a decir de
una vez más que “todo tiene su final”, y cuando eso ocurra el telón bajará, y
oscuridad total.
22 de febrero de 1937 versus 22 de febrero 2013.
Estos años vividos, en el infinito Universo, solamente
equivalen a un soplo, a un instante, a una ráfaga, a un relámpago, a una
mirada. Es el tiempo que dura al caer una lágrima al suelo.