Raúl Sotelo Lévano
El representante de un
alcalde distrital, ante la expectativa de los familiares y amistades de la
pareja, inicio del trámite del matrimonio civil en un conocido local sunampino.
Después de leer los
dispositivos legales que unían al hombre y a la mujer ante la ley, invocar los
deberes conyugales que ellos deberían acatar, y escuchar finalmente ese SI sonoro
de ambos aceptándose como esposos; el funcionario, para mi sorpresa, hizo la siguiente
invitación “el novio puede besar a la novia”.
¿What?, me pregunté asombrado.
¿Desde cuándo el alcalde o quien lo reemplace, saliéndose del rígido libreto propio
de un acto matrimonial, se toma la atribución de pedir al recién casado que
haga el chape correspondiente a su ya esposa?
El suscrito también
compareció ante el Registro Civil, pero el alcalde en ese entonces era toda una
autoridad y él no se atrevió a tanto. Se limitó a lo que tenía que hacer y
decir en tan solo quince minutos.
Ahora que si yo tenía
que besar a la novia, pues claro, que si sin necesidad que nadie me lo pida y
en público todavía. Ello ocurriría en el momento esperado cuando después de
cerrar la puerta exclamábamos “al fin solos”.
Algunos dirán que así se
estila ahora. No pues, porque si vamos a entrar en ese terreno, llegará el
momento que el alcalde, conchudo él, ordenará que se sirva el champán, la
comida, y todos a bailar con él a la cabeza.
Y hablando de
modernidad, en América del Sur, la unión civil entre personas del mismo sexo, o
sea, los gay y homosexuales, está regulada por ley en Argentina, Colombia, Ecuador
y Uruguay, y posiblemente dentro de poco en nuestro país.
Imagínense este cuadro
patético: dos varones (medios raros) vestidos con ternos del mismo color se
presentan a contraer matrimonio civil. El alcalde, una vez culminada la ceremonia
dice “el novio puede besar a la novia”. ¿Pero cuál de los dos es “él”? y ¿cuál
es ella?, ¿quién besa a quién? De repente ambos son él o los dos son ella.
¿Quién es el tenor y quién es la soprano? ¿Quién llevará los pantalones en el
hogar y quién el mandil de cocina? ¿Quién es el presidente y quién la primera
dama? En verdad es cosa de locos lo que
está pasando.
No hay caso, este mundo
está con su eje desviado y está girando contra el tránsito. Por eso es que se
anuncia que próximamente estallará en miles de pedazos con todos noso-tros
adentro. En buena hora, porque los humanos se están descomponiendo de por vida.
Con razón se dice que
nuestro Creador dio la vida al hombre y la mujer en un día que estaba
completamente agotado, y prácticamente no sabía lo que hacía.
OTROSÍ DIGO: El
Instituto Mundial de Investigación de la Economía del Desarrollo llegó a la
conclusión que, aproximadamente 1,000 millones de personas se acuestan hambrientas
todas las noches. Que cada 3.5 segundos alguien muere de hambre, la mayoría
niños menores de 5 años. Que el 0.5% más rico controla más que un 35% de la
riqueza del mundo. Que más de 3,000 millones de personas, o sea, cerca de medio
mundo, viven con menos de dos dólares por día, y que en el 2008, 9 millones de
niños murieron antes de llegar a su siguiente cumpleaños.
Ante este cuadro
pavoroso con cifras escalofriantes que revelan cuan injusta es la actual
humanidad controlada por unos cuantos poderosos, se exhibe actualmente como una
cruel respuesta, el derroche descomunal y voraz en las celebraciones llámense
cumpleaños, matrimonios, aniversarios, Navidad y Año Nuevo, donde casi todos se
atragantan y beben hasta el hastío para quedar finalmente, a consecuencia del
exceso, exánimes con el abdomen repleto y la mirada pérdida en el vacío a consecuencia
del licor ingerido.
Pero cuando el piso se
les mueve como gelatina producido por un terremoto, entonces gritan y tiemblan
como peleles invocando piedad, piedad que nunca sintieron por aquellos infelices
castigados por el infortunio y la desdicha.